Aún no había amanecido cuando salía de Sta. Irene. La oscuridad obliga a la utilización del frontal. En el cielo flota una luna llena grande y espléndida que mitiga la negrura de los momentos previos al alba. El camino se va desarrollando entre pequeños bosquecillos, o más bien arboledas más o menos frondosas y pistas de graba, paralelas a la carretera, alternándose unas con otras
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