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Abierta hasta el 11 de octubre. Arranca “El Domund al descubierto” en el Palacio de Fonseca.

A Adolfo Zon y Julio Parrilla les unen muchas cosas. Ambos nacieron en Ourense; uno en Seixalbo y el otro en la calle del Paseo y, por lo tanto, a pesar de la diferencia de edad (61 el primero, 71 el segundo) ambos retienen en su memoria los mismos escenarios de infancia. También comparten una trayectoria profesional casi simultánea: cruzaron el charco como misioneros hace 25 años -Zon con destino a Brasil y Parrilla hacia Ecuador-, y actualmente son obispos en esos dos países. El primero está al frente de la diócesis brasileña de Alto Solimoes, por donde el río Amazonas entra en el país. «Tengo morriña de ser párroco, porque estaba más en contacto con la gente y el obispo tiene una labor que a mí se me hace más complicada porque hay que discernir muchas cosas y pensar mucho cada decisión; y más en una diócesis como la mía que tiene unos desafíos muy importantes», señala Zon Pereira. Sus decisiones afectan a un territorio de 131.000 kilómetros cuadrados. «Tengo alguna parroquia que solo ella es más grande que todo el país de Sierra Leona», matiza. Y en esa zona se localiza una población multicultural que incluye once etnias indígenas. «En mi provincia tenemos el mayor número de lo que se denominan indios aislados, de los que solo se tienen noticias porque se han visto desde el aire».

Julio Parrilla dirige la de Riobamba, en la cordillera andina ecuatoriana a más de 3.000 metros de altura sobre el nivel del mar y también con la mayor comunidad de indígenas del país: cerca de 250.000 de la etnia quichua «que mayoritariamente son campesinos pobres», apunta.

Ambos coinciden en muchas más cosas. Su charla es apasionada cuando hablan de las misiones, como ayer pudieron comprobar quienes asistieron como público a la jornada «No hay fronteras en la misión» que organizó el obispado de Ourense en el Centro Cultural Marcos Valcárcel para analizar el peso del Domund en territorios como los que son ahora el hogar de estos dos ourensanos. «Si no fuese el Domund yo no estaría en Brasil, y creo que la faceta de sensibilización es de lo más importante, además de lo que nos ayuda a ser solidarios en la oración y en lo económico, porque todos los proyectos pastorales tienen sus costes», señala Adolfo Zon.

«Hoy no se puede separar el Domund del desarrollo y de la cooperación internacional y creo que la presencia de los misioneros significa cada vez más el anuncio de Jesús y de su Iglesia pero eso no se puede separar de las necesidades de la gente y de la promoción de los pueblos», opina Julio Parrilla.

Una promoción que, según recuerdan, debe mantener la diversidad cultural de cada territorio y de cada etnia que convive en el mismo. «Nuestra diócesis no puede hacer lo mismo con los que están en la ciudad que con lo que están en las riberas de los ríos o los que están dentro de la selva; pero hay que hacer una pastoral dentro de nuestras posibilidades y tenemos poca gente para afrontar el reto de las etnias, porque por ejemplo yo cuento con tan solo doce sacerdotes para 216.000 habitantes», explicaba ayer Adolfo Zon.

Estos dos misioneros ourensanos asumen el país al que llegaron a finales del pasado siglo como propio, aunque aseguran que siguen sintiendo el nexo con Ourense. «Uno siempre echa de menos algunas cosas fundamentales, como los amigos de la infancia y el pulpo con cachelos», apunta Julio Parrilla medio en broma, medio en serio. «Tengo un carácter que se acomoda fácilmente a las diferencias», señala como clave de una exitosa adaptación, recordando que también le ayudó que Manabi, su primer destino «era una población costera con gente muy alegre, muy abierta, algo que resultó muy sugerente para mí que en aquél momento era un cura, vamos a decir que joven, que llegaba de ejercer en Salamanca y acostumbrado a una sociedad muy tradicional» señala.

Ambos demostraron ayer la fuerza con la que siguen viviendo su destino misionero en la cita que contó también con otro obispo, el de Ourense, Leonardo Lemos, que ejerció de anfitrión.

Santiago de Compostela acogerá este año la cuarta edición de la exposición misionera “El Domund al descubierto”. Ayer, en el acto de inauguración, se animó a los ciudadanos a acercarse al Palacio de Fonseca hasta el próximo 11 de octubre para conocer qué hay detrás del Domund, y se rindió un sentido homenaje a todos los misioneros españoles, en especial a los 356 misioneros gallegos. El acto contó con la presencia de una de las vicerrectoras de la universidad de Santiago de Compostela, quien presentó a los misioneros como modelo y referente de la sociedad y universidad.

De izquierda a derecha: Anastasio Gil, director nacional de OMP; monseñor Julio Parrilla, obispo de Riobamba (Ecuador); Andrés Díaz de Rábago, misionero centenario en China; Mª Dolores Álvarez Pérez, vicerrectora de Estudiantes, Cultura y Responsabilidad Social de la Universidad de Santiago de Compostela; monseñor Julián Barrio, arzobispo de Santiago de Compostela; y Jesús Fernández, obispo auxiliar de Santiago de Compostela.

“Como universidad, es una gran alegría poder colaborar con la promoción del espíritu misionero y visibilizar la labor de los misioneros”, afirmó Mª Dolores Álvarez Pérez, vicerrectora de Estudiantes, Cultura y Responsabilidad Social de la Universidad de Santiago de Compostela, en la inauguración de “El Domund al descubierto” en el Palacio de Fonseca. Como representante de la institución anfitriona, explicó que el papel de la universidad es el de formar profesionales al servicio de la sociedad, y que en esto el ejemplo de los misioneros es un referente. “Hemos priorizado los valores científico-técnicos y pragmáticos sobre la solidaridad, la justicia, la libertad y el bien común”, explicó. Para luchar contra esta crisis de valores, la universidad debe conjugar el progreso en los aspectos materiales con la defensa de los valores humanos, y en eso, según afirmó, los misioneros son un modelo a seguir. “Los misioneros son el espejo de honestidad y de generosidad en el que todos deberíamos mirarnos para construir una sociedad más rica en valores”.

Recién llegado de Roma, el misionero orensano Julio Parrilla, obispo de Riobamba (Ecuador), explicó que el Papa Francisco ha animado vivamente a todos los obispos de Ecuador que han estado en la visita ad limina a que no se olvidaran de la Misión. Después de ver la exposición, explicó que sentía nostalgia de su infancia, de cuando iba con la hucha del “negrito” por las calles de Ourense pidiendo donativos para el Domund. Y se mostró con gran deseo de regresar a Riobamba, “su casa”, para poder celebrar allí el Domund con sus fieles, en su gran parte indígenas. “Os animo a todos a ser misioneros, porque la misión tiene que empezar en casa”.

A continuación, Antonio Aunés, comisario de la exposición, hizo un recorrido explicativo de la misma, en el que mostró los cinco espacios de la misma, que contienen, entre paneles informativos, documentos históricos del Domund y una colección de huchas de todas las etapas de su recorrido. También se exponen varios artículos del autor gallego Álvaro Cunqueiro, quien escribió en las publicaciones misioneras de su época. Asimismo, la exposición cuenta con una reflexión acerca de la relación de los misioneros con el Camino de Santiago.

“Esta larga y fecunda historia necesitaba ser conocida. No es justo que quedara en los archivos, como un recuerdo nostálgico del pasado”, explicó Anastasio Gil, director nacional de OMP, quien reiteró que la exposición busca mostrar qué hay detrás del Domund y llegar a la gente de la calle. “Es una invitación a contemplar una historia tejida de amor por miles de nuestros conciudadanos, que entregaron su vida por anunciar el Evangelio”.

Según Gil, la muestra no quiere ser una fotografía fija, sino mostrar el dinamismo de la actividad misionera de la Iglesia. Para ello, junto a esta exposición se va a celebrar una serie de actos por todas las diócesis gallegas, en los que, para diferentes públicos, misioneros gallegos compartirán su testimonio. Entre ellos, destaca el jesuita Andrés Díaz de Rábago, que acaba de cumplir 100 años, y sigue en activo. “No hay nadie en esta sala que haya vivido más jornadas del Domund que yo”, explicó entre risas, y recordó cómo en el colegio vivió la fundación de la Jornada en 1926 y todo el desarrollo posterior. “Llevo más de 70 años en las misiones, ¡y no me arrepiento!”.

El arzobispo de Santiago, junto con su obispo auxiliar, se encargó de clausurar el acto. “Estoy seguro de que esta exposición y cada uno de los actos no va a dejar de interrogarnos, porque la misión nos compete a todos”, explicó, y animó a todos a participar y colaborar con el Domund. “No hay aportación que sea pequeña”. Asimismo ha recordado que el Pregón del Domund tendrá lugar el próximo miércoles 11 de octubre en la Catedral de Santiago de Compostela, de la mano de la cantante Luz Casal.

Fuente original: Ecclesia y La Voz de Galicia