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“Los jóvenes, centinelas y sismógrafos de todas las épocas, advierten más que otros, los signos del cambio como fuente de nuevas oportunidades y de amenazas inéditas” (Instrumentum laboris, 51). ¿Qué ven los jóvenes de hoy? ¿Qué nos piden?

Señalo cuatro aspectos que nos pueden ayudar a intuir caminos de renovación:

  • Los jóvenes desean una Iglesia menos institucional y más relacional, una Iglesia amiga y cercana, donde cada quien se sienta acogido, escuchado, protegido e integrado. Quieren una Iglesia que sea “profecía de fraternidad”, una casa que pueda convertirse en su familia. Los jóvenes necesitan que seamos acogedores y misericordiosos. (IL 68, 72)
  • Los jóvenes de hoy anhelan una Iglesia auténtica, que seamos una comunidad transparente, acogedora, honesta, atractiva, comunicativa, asequible, alegre e interactiva. Nos piden que mantengamos una posición de no-tolerancia hacia los abusos sexuales, que abordemos temas incómodos como la homosexualidad y la cuestión de género. (IL 66,67, 53 )
  • Los jóvenes piden a la Iglesia que se comprometa por la justicia. Nos piden que estemos a favor de los pobres, que nos interesemos por la cuestión ecológica, que tomemos decisiones visibles de sobriedad y transparencia, que seamos audaces en denunciar el mal con radicalidad, tanto en la sociedad civil como en la Iglesia. (IL 71)

  • Los jóvenes recuerdan a la Iglesia que son grandes buscadores de sentido. Nos piden que nos pongamos en sintonía con su búsqueda por dar valor a sus vidas, con el contexto y la cultura donde viven, con su valoración de la diversidad, el pluralismo y la libertad de expresión. Nos recuerdan que para ellos las cosas se comprenden haciéndolas y los problemas se resuelven cuando se presentan, priorizando la concreción y la operabilidad al análisis teórico. Solicitan a la Iglesia espiritualidad, necesitan de nosotros propuestas de oración y momentos celebrativos y de intimidad con Dios que logren conectar con su vida cotidiana. (IL 7,10,26,30, 72)

Hoy podemos seguir diciendo que descubrimos en los jóvenes la voz de Dios y que queremos seguir aprendiendo con ellos a vivir y amar, con gratuidad y humildad, los nuevos desafíos de ser Adsis en la realidad de hoy.