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La reciente muerte de José Luis ha sido para muchos una mezcla de impacto, pena, esperanza... ¿Cómo lo has vivido tú? 

Tenía noticias de un empeoramiento de su salud, pero la llamada de nuestro Moderador, Fermín, pidiéndome viajar porque era inminente su partida, estaba lejos de esperarla. Viajé de inmediato desde Valdivia (Chile), donde ahora vivo. Sentí mucha pena de no llegar a tiempo de abrazarlo y expresarle mi cariño y el de tantos… 

Pero agradecí mucho compartir con su familia y tantos hermanos y amigos, los funerales y el entierro. Fueron días de muncha emoción, con la memoria del corazón llena de historia compartida, con la conciencia viva del gran don de su vida y con una voluntad creciente de guardar y dar a conocer su vida y su legado.

 

Sentí mucha pena de no llegar a tiempo de abrazarlo y expresarle mi cariño y el de tantos...

 

Con José Luis has compartido casi toda tu vida, en una relación muy estrecha. ¿Cuándo os conocisteis, cómo empezó vuestra historia compartida? 

Nos conocimos cuando tenía 15 años, en lo que se llamaba “cursillo de iniciación”, era el año 68… Pero fue en el “cursillo fundamental” -en el que hacíamos “la promesa Adsis” (ya saben, en aquellos tiempos todo se hacía antes)-, donde tenemos un diálogo amplio y a fondo. 

Después, se estrecha el conocimiento y relación, con su propuesta de comenzar a prepararme para ser presbítero Adsis. En el 72 me trasladé a Bilbao, a vivir con él y con otros hermanos (Guillermo, Luis Carlos, etc.). Era la primera experiencia de vida en común. Por la mañana estudiábamos en la Universidad de Deusto y por la tarde trabajábamos. 

 

¿En qué consistía ese “espíritu Adsis”, ya autónomo respecto a los salesianos, que en aquellos primeros tiempos cambió la vida de tantos? 

Consistía en la conciencia de estar descubriendo una nueva vocación, que significaba un compromiso de vida más que unas acciones de juventud, un compromiso comunitario más que liderazgos individuales. La respuesta a una llamada: (que tú) “estés presente” (significado de la palabra latina “Adsis”); se trataba de hacer cercano a los jóvenes y a los pobres el amor de Cristo. Para ello: “estar ahí”, “junto a”, “en medio de”… ellos. Presencia de una comunidad plural, unida y abierta, que acoge, sirve e invita…

José Luis impulsó el Movimiento en Bilbao con muchos retiros, ejercicios espirituales, encuentros, charlas, acompañamiento personal, etc., pero también viajando mucho por toda España. Sus palabras calentaban y movían muchos corazones jóvenes, que respondían a su invitación a comenzar procesos grupales de maduración humana, cristiana y Adsis.

 

Después, desde Asturias, tú formabas parte del Consejo General que presidía José Luis. ¿Qué intuiciones siguió aportando él para acabar de configurar el Movimiento de comunidades que es Adsis? 

En aquel tiempo el Consejo General, presidido por él como Moderador, estaba formado por todos los delegados de comunidad. La aportación fundamental de José Luis ya estaba hecha en la introducción que escribió para el primer Ideario (1973). Este texto se fue revelando, y aceptando por todos, como verdadero manifiesto fundacional del carisma Adsis, y le llamamos el “Credo Adsis”. 

 

José Luis impulsó el Movimiento en Bilbao con muchos retiros, ejercicios espirituales, encuentros, charlas, acompañamiento personal, etc.

 

Esos años fueron de mucha incorporación de hermanos y de decisiva definición identitaria, que van reflejando los “Idearios”, renovados en cada Asamblea General. En ellos, podemos ver cómo se van profundizando las claves de la Vocación Adsis: Interioridad, Comunitariedad y Compromiso. José Luis se dedica a todo el Movimiento, pero de un modo especial a las comunidades de Bilbao, donde él vivía, donde se inició Adsis y donde más crecimos.