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La gente se apiñaba en torno a Jesús y él se puso a decir:
-Esta es una generación malvada; pide una señal, pero no se le dará una señal distinta de la de Jonás. Pues así como Jonás fue una señal para los ninivitas, así el Hijo del hombre lo será para esta generación. La reina del sur se levantará en el juicio junto con los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino desde el extremo de la tierra a escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más importante que Salomón. Los habitantes de Nínive se levantarán el día del juicio contra esta generación y la condenarán, porque ellos hicieron penitencia por la predicación de Jonás, y aquí hay uno que es más importante que Jonás.

Fecha: 
Lunes, Octubre 16, 2017
Cita de la oración: 
Lunes - 28 Tiempo ordinario
Comentario: 

Esta generación pide un milagro. Y el milagro ya está. Es Jesús que está en medio de ellos, en medio de nosotros, el gran milagro. Pero como aparentemente no hay nada extraordinario no es aceptado.

Piden una señal como Moisés en el desierto, pero no tendrán más signo que el de Jonás, pues en ese signo se revela su naturaleza como Mesías de dolores que muere y resucita y como salvador universal que brinda el perdón por igual a judíos y paganos. Este es el verdadero signo del Mesías: su amor hasta el extremo, para brindar el perdón a todos, incluso a los enemigos. Y éste es el signo que no quiere aceptar la generación presente que sigue aferrada todavía a un Mesías de triunfo y a un Dios vengativo.

La sabiduría de Jesús no tiene comparación con la de Salomón, pues Jesús expresa con sus palabras y encarna con su vida este plan de Dios. Jesús es más que Jonás porque se ocupa desde el principio por voluntad propia en las cosas de su Padre, cuyo proyecto principal es brindar la salvación a todos por igual, judíos o paganos.

Pero los judíos, como tantas veces nosotros, prefieren aplicar a Jesús sus criterios de cómo tienen que ser las cosas en vez de aceptar la sabiduría y la acción de Dios que siempre nos sorprende, manifestada en la vida de Jesús. No es la Palabra de Jesús, la que tiene que adaptarse a nuestra psicología, a nuestra manera de pensar..., sino nosotros acoger y aceptar en nuestras vidas, la Palabra y la Vida de Jesús, tal como él se nos revela. En ello está nuestra felicidad, nuestra realización.