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Cuando llegaban a donde estaba la gente, se acercó un hombre, que se arrodilló ante Jesús, diciendo:
-¡Señor, ten compasión de mi hijo que tiene ataques y está muy mal! Muchas veces se cae al fuego y otras al agua; se lo he traído a tus discípulos, pero no han podido curarlo.
Jesús respondió:
-¡Generación incrédula y perversa! ¿Hasta cuándo estaré con vosotros? ¿Hasta cuándo tendré que soportaros? Traédmelo aquí.
Jesús lo increpó, y el demonio salió del muchacho, que quedó curado en el acto. Después, los discípulos se acercaron en privado a Jesús y le preguntaron:
-¿Por qué nosotros no pudimos expulsarlo?
El les dijo:
-Por vuestra falta de fe; os aseguro que si tuvierais una fe del tamaño de un grano de mostaza, diríais a este monte: «Trasládate allá» y se trasladaría; nada os sería imposible.

Fecha: 
Sábado, Agosto 12, 2017
Cita de la oración: 
Sábado - 18 Tiempo ordinario
Comentario: 

Hay acciones, signos, vivencias que sólo son vivibles desde la fe. Hay enfermedades en nosotros y en los otros que sólo son curables desde la fe. Una fe que no se manifiesta como poder sino como acogida, confianza, apuesta riesgo, sabiéndonos de quién nos fiamos y en quien ponemos nuestra vida.

Una fe auténtica tiene también una dimensión curativa en nosotros y en nuestro entorno. Cuántas situaciones de ansiedad, de agobios, de stress, de nerviosismos, de gastritis,... son expresión de vivirnos sin fe o expresión de la poca fe con la que vivimos... Muchas cosas no son posibles en nosotros no por falta de recursos, sino por falta de fe.

Si algo realmente necesitamos en nuestras vidas es poder vivirlas desde la fe, vivirla a la manera de Jesús y no a la nuestra. Y esto que tanto necesitamos nos es siempre lo que más pedimos. Pidamos hoy al Señor: «Señor aumenta nuestra fe».