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Felipe se encontró con Natanael y le dijo:
-Hemos encontrado a aquel de quien escribió Moisés en el libro de la ley, y del que hablaron también los profetas: es Jesús, el hijo de José, el de Nazaret.
Exclamó Natanael:
-¿Nazaret? ¿Es que de Nazaret puede salir algo bueno?
Felipe le contestó:
-Ven y lo verás.
Cuando Jesús vio a Natanael, que venía hacia él, comentó:
-Este es un verdadero israelita, en quien no hay doblez alguna.
Natanael le preguntó:
-¿De qué me conoces?
Jesús respondió:
-Antes de que Felipe te llamara, te vi yo, cuando estabas debajo de la higuera.
Entonces Natanael exclamó:
-Maestro, tú eres el Hijo de Dios, tú eres el Rey de Israel.
Jesús prosiguió:
-¿Te basta para creer el haberte dicho que te vi debajo de la higuera? ¡Verás cosas mucho más grandes que ésa!
Y añadió Jesús:
-Os aseguro que veréis el cielo abierto y a los ángeles de Dios subiendo y bajando sobre el Hijo del hombre.

Fecha: 
Jueves, Agosto 24, 2017
Cita de la oración: 
S. Bartolomé
Comentario: 

El encuentro, la adhesión y el seguimiento a Jesús es lo que realmente nos hace discípulos suyos. Son nuestras permanentes búsquedas y renovadas solicitudes de nuestra vida como cristianos.

Necesitamos incorporarnos a la experiencia de la comunidad que nos invite a compartir en ella el encuentro inicial con el Señor: ven y lo verás. Así aquella incipiente comunidad de Jesús invita a Natanael.

Con un corazón disponible y abierto hemos de asumir el desafío liberándonos de prejuicios personales y sociales, como si nuestros criterios humanos fueran determinantes para el conocimiento de Jesús.

Si somos audaces y confiados, descubriremos que el Señor ya venía atrayéndonos misteriosamente a través de experiencias de solidaridad en nuestra vida personal y social. Él dará plenitud de sentido y de amor a nuestros reclamos más profundos y trascendentes.