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Dicho esto, Jesús se sintió profundamente conmovido y exclamó:
-Os aseguro que uno de vosotros me va a traicionar.
Los discípulos comenzaron a mirarse unos a otros, preguntándose a quién podría referirse. Uno de ellos, el discípulo al que Jesús tanto quería, estaba recostado a la mesa sobre el pecho de Jesús. Simón Pedro le hizo señas para que le preguntase a quién se refería. El discípulo que estaba recostado sobre el pecho de Jesús le preguntó:
-Señor, ¿quién es?
Jesús le contestó:
-Aquel a quien yo dé el trozo de pan que voy a mojar en el plato.
Y mojándolo, se lo dio a Judas Iscariote, hijo de Simón.
Cuando Judas recibió aquel trozo de pan mojado, Satanás entró en él. Jesús le dijo:
-Lo que vas a hacer, hazlo cuanto antes.
Ninguno de los comensales entendió lo que Jesús había querido decir. Como Judas era el depositario de la bolsa común, algunos pensaron que le había encargado que comprara lo necesario para la fiesta o que diese algo a los pobres. Judas, después de recibir el trozo de pan mojado, salió inmediatamente. Era de noche.
Nada más salir Judas, dijo Jesús:
-Ahora va a manifestarse la gloria del Hijo del hombre, y Dios será glorificado en él. Y si Dios va a ser glorificado en el Hijo del hombre, también Dios lo glorificará a él. Y lo va a hacer muy pronto. Hijos míos, ya no estaré con vosotros por mucho tiempo. Me buscaréis, pero os digo lo mismo que ya dije a los judíos: «Adonde yo voy, vosotros no podéis venir».
Simón Pedro le preguntó:
-Señor, ¿adónde vas?
Jesús le contestó:
-Adonde yo voy, tú no puedes seguirme ahora; algún día lo harás.
Pedro insistió:
-Señor, ¿por qué no puedo seguirte ahora? Estoy dispuesto a dar mi vida por ti.
Jesús le dijo:
-¡De modo que estás dispuesto a dar tu vida por mí! Te aseguro, Pedro, que antes de que el gallo cante, me habrás negado tres veces.

Fecha: 
Martes, Abril 11, 2017
Cita de la oración: 
Martes - 02 Semana Santa
Comentario: 

La tensión y el conflicto con Jesús no surge solo entre los extraños. Uno de sus elegidos fragua en su corazón la venta del Señor.  Juan y Mateo, en estos tres días, nos ponen de relieve cómo la traición de Judas precede inmediatamente a la muerte de Jesús.

Ya en Betania había criticado duramente la unción de María a los pies del Señor. Sin embargo, la comunidad era hasta entonces ajena a la tragedia de este hermano. Por ello quedaron todos perplejos ante la manifestación de Jesús: “Os aseguro que uno de vosotros me va a entregar”.

“Untando Jesús el pan se lo dio a Judas”. Este gesto no tuvo como única finalidad indicar a Pedro y a Juan quién era el traidor. Jesús, con este gesto ritual, quiso hacer el último signo de predilección para recuperar al discípulo perdido. Pero el corazón de Judas estaba ya endurecido y enconado en su propio negocio. Por dinero vende al Maestro y en ello encontrará su propia ruina.

Jesús, dolorido por la traición de su amigo, se siente vinculado a la gloria del Padre, a su amor y a la certeza de su nueva Vida. “Ahora es glorificado el Hijo del Hombre y Dios es glorificado en Él”.

Ante la deserción de un hermano, todos debemos sentirnos humildes. Nadie se sienta seguro de sus propias fuerzas. El mismo Pedro promete a Jesús dar su vida por él, inconsciente de que su debilidad le llevará a negarle esa misma noche. Es importante que ninguno de nosotros se apodere de la bolsa de Jesús para hacerla tesoro propio. La avaricia y el propio interés nos alejarían de la luz y entraríamos en la noche.  Judas fue despedido.  Cuando abandonó la comunidad era de noche.