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Se volvió corriendo a la ciudad para contárselo a Simón Pedro y al otro discípulo a quien Jesús tanto quería. Les dijo:
-Se han llevado del sepulcro al Señor, y no sabemos dónde lo han puesto.
Pedro y el otro discípulo se fueron rápidamente al sepulcro. Salieron corriendo los dos juntos, pero el otro discípulo adelantó a Pedro y llegó antes que él. Al asomarse al interior vio que las vendas de lino estaban allí; pero no entró. Siguiéndole los pasos llegó Simón Pedro que entró en el sepulcro, y observó que las vendas de lino estaban allí. Estaba también el paño que habían colocado sobre la cabeza de Jesús, pero no estaba con las vendas, sino doblado y colocado aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que ha bía llegado primero al sepulcro. Vio y creyó.

Fecha: 
Miércoles, Diciembre 27, 2017
Cita de la oración: 
S. Juan ap. y evangelista
Comentario: 

La historia de amor de Juan, el discípulo amado, es una referencia permanente a todo seguidor de Jesús. El amor profundo nos impulsa a buscar al Señor y a reconocerle siempre presente en sus signos: la Palabra, los pobres, la comunidad...

El amor nos lleva a revivir la palabra en los acontecimientos y a intuir en ellos una especial llamada a la solidaridad, a la adoración y al abandono en su misteriosa presencia. La comunidad ha de correr al encuentro de Jesús sirviéndose del testimonio de los hermanos que nos dan cita. Así Pedro y Juan se muestra solícitos a la búsqueda ante el requerimiento de las piadosas mujeres.

Entre hermanos no cabe otra mayor competencia que correr juntos al encuentro del Señor. Buscarle donde se hace presente y nos cita. En la comunicación debemos ayudarnos en esta búsqueda personal y comunitaria, discirniendo sus signos en la Palabra y en la historia. Como a Juan el amor avivará permanentemente nuestra fe.