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Después de comer, Jesús preguntó a Pedro:
-Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que éstos?
Pedro le contestó:
-Sí, Señor, tú sabes que te amo.
Entonces Jesús le dijo:
-Apacienta mis corderos.
Jesús volvió a preguntarle:
-Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro respondió:
-Sí, Señor, tú sabes que te amo.
Jesús le dijo:
-Cuida de mis ovejas.
Por tercera vez insistió Jesús:
-Simón, hijo de Juan, ¿me amas?
Pedro se entristeció, porque Jesús le había preguntado por tercera vez si lo amaba, y le respondió:
-Señor tú lo sabes todo. Tú sabes que te amo.
Entonces Jesús le dijo:
-Apacienta mis ovejas. Te aseguro que cuando eras más joven, tú mismo te ceñías el vestido e ibas adonde querías; mas, cuando seas viejo, extenderás los brazos y será otro quien te ceñirá y te conducirá adonde no quieras ir.
Jesús dijo esto para indicar la clase de muerte con la que Pedro daría gloria a Dios. Después añadió:
-Sígueme.

Fecha: 
Viernes, Junio 2, 2017
Cita de la oración: 
Viernes - 07 Pascua
Comentario: 

La palabra de Jesús, En el evangelio de Juan, nos enfrenta hoy ante el discernimiento del amor. Jesús pregunta tres veces a Pedro si le quiere. Posteriormente le invita a renovar su seguimiento hasta la muerte.

Jesús exige amor incondicional a quien encomienda la misión de servir a los hermanos. Nadie puede arrogarse la condición de hermano si no es desde el amor a Jesús. Un amor interior que acapara plenamente el corazón y un amor significativo que se manifiesta a través de la entrega y del servicio por el Reino.

Jesús nos estimula al amor mayor. Sólo en el amor al Señor podemos rivalizar humildemente con los hermanos. Esta sana rivalidad se traduce en mayor servicio. El que quiera ser mayor que se haga esclavo de sus hermanos. Todo servicio es «apacentar el rebaño» en nombre de Jesús.

El amor al Señor nos lleva a «extender las manos»