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Pasados los dos días, Jesús partió de Samaría y prosiguió su viaje hacia Galilea. El mismo Jesús había declarado que un profeta no es bien considerado en su propia patria. Cuando llegó a Galilea, los galileos le dieron la bienvenida, pues también ellos habían estado en Jerusalén por la fiesta de la pascua y habían visto todo lo que Jesús había hecho en aquella ocasión. Jesús visitó de nuevo Caná de Galilea, donde había convertido el agua en vino.
Había allí un funcionario real, que tenía un hijo enfermo en Cafarnaún. Cuando se enteró de que Jesús venía de Judea a Galilea, salió a su encuentro para suplicarle que fuese a su casa y curase a su hijo, que estaba a punto de morir. Jesús le contestó:
–Si no veis signos y prodigios sois incapaces de creer.
Pero el funcionario insistía:
–Señor, ven pronto, antes de que muera mi hijo.
Jesús le dijo:
–Vuelve a tu casa; tu hijo ya está bien.
El hombre creyó en lo que Jesús le había dicho, y se fue. Cuando volvía a casa, le salieron al encuentro sus criados para darle la noticia de que su hijo se había puesto bueno. Entonces él les preguntó a qué hora había comenzado la mejoría. Los criados le dijeron:
–Ayer, a la una de la tarde, se le quitó la fiebre.
El padre comprobó que la mejoría de su hijo había comenzado en el mismo momento en que Jesús le había dicho: «Tu hijo ya está bien»; y creyeron en Jesús él y todos los suyos. Este segundo signo lo hizo Jesús al volver de Judea a Galilea.

Fecha: 
Lunes, Marzo 12, 2018
Cita de la oración: 
Lunes - 04 Cuaresma
Comentario: 

Desde la Palabra de Jesús hemos de discernir con esperanza todo sufrimiento.

Para este militar pagano de Caná de Galilea, la grave enfermedad de su hijo pequeño es un sufrimiento indecible. Treinta kilómetros recorre en busca de Jesús que se acerca a Galilea desde Samaría. Atormentado por el agravamiento de su hijo, Jesús es para este hombre su última esperanza.

Piensa convencer a Jesús para que se acerque a su casa y cure a su hijo enfermo. Pero, acrecentada su fe, le bastará creer en la Palabra de Jesús. Vuelve a tu casa: tu hijo vive.

Los criados confirmaron al padre sobre la curación del joven, precisamente en el momento en que creyó en la Palabra de Jesús.

Caná de Galilea es el lugar donde la Palabra se hace signo de vida. Ya María había exhortado a los siervos del banquete de bodas: Haced cuanto Él os diga.

Todos hemos de vincular nuestra fe y nuestras relaciones a la aceptación de la Palabra de Jesús en nuestras vidas, sobre todo si vinculamos nuestra existencia a la solidaridad con el sufrimiento de los demás.