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Ellos replicaron:
-¿Qué señal puedes ofrecernos para que, al verla, te creamos? ¿Cuál es tu obra? Nuestros antepasados comieron el maná en el desierto, como dice la Escritura: Les dio a comer pan del cielo.
Jesús les respondió:
-Os aseguro que no fue Moisés quien os dio el pan del cielo. Es mi Padre quien os da el verdadero pan del cielo. El pan de Dios viene del cielo y da la vida al mundo.
Entonces le dijeron:
-Señor, danos siempre de ese pan.
Jesús les contestó:
-Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no volverá a tener hambre; el que cree en mí nunca tendrá sed.

Fecha: 
Martes, Abril 17, 2018
Cita de la oración: 
Martes - 03 Pascua
Comentario: 

«Yo soy el pan de vida. El que viene a mí no pasará hambre, y el que cree en mí nunca pasará sed». La samaritana desea el agua viva que Jesús le ofrece. Estos forasteros que vienen de la otra orilla desean el pan que Jesús les ofrece.

Jesús nos ofrece una alternativa nueva y distinta: no es el agua del pozo ni el pan del desierto. Jesús nos ofrece «ir a Él» y vivir con Él y como Él, en fraternidad y en solidaridad.

La voluntad del Padre es su pan y nuestro pan. Y la voluntad del Padre es recuperar a los hijos perdidos, muertos de hambre, y sentarlos a la mesa del verdadero pan.

Esta es la obra de Jesús y este es el signo que se nos pide. En la aventura humana cada uno trata de saciar su hambre con alimentos tan opuestos, se lanza a saciar su sed con aguas de tan distinta procedencia. El pan que nos ofrece el Padre, el pan que viene del cielo es el que da verdadera vida al mundo.

Nos dice Jesús claramente: «Yo soy el pan de vida». Por su palabra, por su amor, en su mesa fraterna, nos alimentamos de su pan para ser todos cuerpo nuevo que prolonga su presencia en el mundo.