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Muchos de sus discípulos, al oír a Jesús, dijeron:
-Esta doctrina es inadmisible. ¿Quién puede aceptarla?
Jesús, sabiendo que sus discípulos criticaban su enseñanza, les preguntó:
-¿Os resulta difícil aceptar esto? ¿Qué ocurriría si vieseis al Hijo del hombre subir adonde estaba antes? El Espíritu es quien da la vida; la carne no sirve para nada. Las palabras que os he dicho son espíritu y vida. Pero algunos de vosotros no creen.
Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y añadió:
-Por eso os dije que nadie puede aceptarme, si el Padre no se lo concede.
Desde entonces, muchos de sus discípulos se retiraron y ya no iban con él.
Jesús preguntó a los doce:
-¿También vosotros queréis marcharos?
Simón Pedro le respondió:
-Señor, ¿a quién iríamos? Tus palabras dan vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.

Fecha: 
Sábado, Abril 21, 2018
Cita de la oración: 
Sábado - 03 Pascua
Comentario: 

No podemos pretender seguir a Jesús con los criterios y apetencias de la carne, es decir, con las exigencias de nuestra lógica humana. Cuando así sucede, llega la hora de la crisis y del abandono de la vocación. Jesús nos advierte: «Las palabras que os he dicho son espíritu y vida».

Juan indica que son los mismos discípulos los que critican las duras palabras de Jesús. No pueden asumir, identificarse en carne y sangre con Él. Dicen: «Este modo de hablar es duro, ¿quién puede hacerle caso? Muchos discípulos se echaron atrás y le abandonaron”.

El seguimiento a Jesús no es fruto de la conveniencia ni conduce al éxito personal. La crisis de la vocación no nace del cansancio por edad o por desilusión. La crisis se convierte en dejadez cuando la vocación no se vive por la fuerza del Espíritu. «El Espíritu es quien da vida; la carne no sirve de nada».

Jesús dice a los doce: «¿También vosotros queréis marcharos?». Ésta pregunta surge en nuestro interior siempre que nos dolemos por el abandono de algún hermano. Como Pedro necesitamos entonces enraizar nuestra fe en la Palabra de Jesús. Sólo en ella permanecemos en la vida verdadera. A través de la Palabra seguiremos creyendo que Jesús es el Verbo de Dios y el único Señor.