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De nuevo les dijo Jesús:
-Yo me voy. Me buscaréis, pero moriréis en vuestro pecado. Vosotros no podéis venir a donde yo voy.
Los judíos comentaban entre sí:
-¿Pensará suicidarse y por eso dice: «Vosotros no podéis venir a donde yo voy»?
Entonces Jesús declaró:
-Vosotros sois de abajo, yo soy de arriba; vosotros pertenecéis a este mundo, yo no. Por eso os dije que moriríais en vuestros pecados. Porque si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados.
Entonces ellos le preguntaron:
-Pero, ¿quién eres tú?
Jesús les respondió:
-Precisamente es lo que os estoy diciendo desde el principio. Tengo muchas cosas que decir y condenar de vosotros. Pero lo que yo digo al mundo es lo que oí de aquél que me envió y él dice la verdad.
Ellos, no obstante, no cayeron en la cuenta de que les estaba hablando del Padre. Por eso Jesús añadió:
-Cuando levantéis en alto al Hijo del hombre, entonces reconoceréis que yo soy. Yo no hago nada por mi propia cuenta; solamente enseño lo que aprendí del Padre. El que me envió está conmigo y no me ha dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada.
Al oírle hablar así, muchos creyeron en él.

Fecha: 
Martes, Abril 4, 2017
Cita de la oración: 
Martes - 05 Cuaresma
Comentario: 

La obediencia al Padre es la fuente de la libertad y de la Vida.

 

El Evangelio de Juan nos presenta las manifestaciones de Jesús sobre sí mismo en abierta confrontación con sus enemigos. Jesús anuncia su marcha de este mundo. Él vuelve al Padre mientras denuncia la incredulidad de los jefes del pueblo.

Esta incredulidad se deriva del pecado en que viven sumidos los prepotentes: moriréis en vuestros pecados. Para Jesús su crucifixión revela su propia identidad, la cima de su revelación. Jesús asume su muerte como el camino que le conduce al Padre. En la cruz Jesús será elevado por Dios como el centro de la historia de la salvación. En la cruz le conoceremos y, acogiéndolo por la fe, seremos incorporados a su mundo que viene de arriba, de Dios Padre.

Jesús asume su muerte en la cruz libremente y en obediencia al Padre. El Padre está con Él y con todos los que creemos en Él. En la cruz de Jesús somos engendrados los creyentes. La cruz es nuestra esperanza porque en ella se manifiesta la gloria del Dios de la Vida.