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Dirigiéndose a los judíos que habían creído en él, dijo Jesús:
-Si os mantenéis fieles a mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; así conoceréis la verdad y la verdad os hará libres.
Ellos le replicaron:
-Nosotros somos descendientes de Abrahán; nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Qué significa eso de que seremos libres?
Jesús les contestó:
-Yo os aseguro que todo el que comete pecado es esclavo del pecado. El esclavo no permanece para siempre en la casa, mientras que el hijo sí. Por eso, si el Hijo os da la libertad, seréis verdaderamente libres. Ya sé que sois descendientes de Abrahán. Sin embargo, intentáis matarme, porque no aceptáis mi enseñanza. Yo hablo de lo que he visto estando junto a mi Padre; vuestras acciones manifiestan lo que habéis oído a vuestro padre.
Ellos le replicaron:
-Nuestro padre es Abrahán.
Jesús contestó:
-Si fueseis de verdad hijos de Abrahán, haríais lo que él hizo. Vosotros queréis matarme a mí, que os he dicho la verdad que aprendí de Dios mismo. Abrahán no hizo nada semejante. Vosotros hacéis las obras de vuestro padre.
Ellos le contestaron:
-Nosotros no somos hijos ilegítimos. Dios es nuestro único padre.
Entonces Jesús les dijo:
-Si Dios fuera de verdad vuestro Padre, me amaríais a mí, porque yo he venido de Dios y estoy aquí enviado por él. No he venido por mi propia cuenta, sino que él me ha enviado.

Fecha: 
Miércoles, Abril 5, 2017
Cita de la oración: 
Miércoles - 05 Cuaresma
Comentario: 

Ninguna pertenencia humana, aunque sea de naturaleza religiosa, otorga la verdadera identidad al hombre. Si el pecado nos domina, vivimos en la esclavitud aunque creamos que somos hijos de Abrahán.

Necesitamos crecer en libertad verdadera. Sólo la verdad nos hará libres. La verdad brota de la Palabra de Jesús. Sólo la adhesión a Jesús nos hace libres de verdad.

El seguimiento a Jesús no es exigencia de la ley, sino consecuencia del amor. El Señor lo advierte: “Si Dios fuera vuestro padre me amaríais, porque yo salí de Dios...”.

Con el paso de los años, es preciso reconocer si el seguimiento a Jesús es en nosotros consecuencia del amor y fuente de creciente libertad. La Palabra, interiorizada y rezada, es el alimento de toda perseverancia. Para mantenernos como hijos en la casa del Padre, necesitamos mantenernos perseverantes y fieles en su Palabra.

Haz, Señor, que lleve en mi corazón tu advertencia: “Si os mantenéis en mi palabra, seréis de verdad discípulos míos”.