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Jesús estaba expulsando un demonio que había dejado mudo a un hombre. Cuando el demonio salió, el mudo comenzó a hablar. La gente se quedó asombrada, aunque algunos dijeron: "Beelzebú, el jefe de los demonios, es quien ha dado a este hombre poder para expulsarlos". Otros, para tenderle una trampa, le pidieron una señal milagrosa del cielo. Pero él, que sabía lo que estaban pensando, les dijo: "Todo país dividido en bandos enemigos se destruye a sí mismo, y sus casas se derrumban una tras otra. Así también, si Satanás se divide contra sí mismo, ¿cómo mantendrá su poder? Digo esto porque afirmáis que yo expulso a los demonios por el poder de Beelzebú, ¿quién da a vuestros seguidores el poder para expulsarlos? Por eso, ellos mismos demuestran que estáis equivocados. Pero si yo expulso  a los demonios por el poder de Dios, es que el reino de Dios ya ha llegado a vosotros. Cuando un hombre fuerte y bien armado cuida de su casa, lo que guarda en ella está seguro. Pero si otro más fuerte que él llega y le vence, le quita las armas en las que confiaba y reparte sus bienes como botín. El que no está conmigo está contra mí; y el que conmigo no recoge, desparrama".

Fecha: 
Jueves, Marzo 23, 2017
Cita de la oración: 
Jueves - 03 Cuaresma
Comentario: 

“El que no está conmigo, está contra mí; el que no recoge conmigo, desparrama”.

En la mitad del camino cuaresmal, Jesús nos invita a discernir profundamente nuestra pertenencia radical a Él. En el mundo en que vivimos es preciso distinguir la presencia liberadora de Dios de los gérmenes del mal que engendran injusticia y degradación entre los hombres. La verdadera liberación viene de Dios y nos hace “criaturas nuevas” movidas por el Espíritu y sus dones. Entre el bien y el mal existen abismos insondables que es preciso advertir y denunciar.

Pertenecer a Jesús, como discípulos y seguidores, nos lleva a manifestarnos a favor de la justicia liberadora de los pobres y defensora de los humildes. Los demonios actuales manifiestan su poder en la esclavitud de los indefensos a favor del egoísmo de los poderosos. En esta lucha por la liberación no caben medias tintas: o se está con el proyecto de Jesús o se está contra él. La pertenencia se manifiesta en las obras y no en las meras palabras.

Recoger con Jesús supone sembrar en su campo y cultivar su sementera. Vivamos el servicio a la justicia con un espíritu de verdadera comunión, abierta a la fraternidad universal. Centremos nuestros esfuerzos para evitar desparramar. Todo ha de confluir a que el Reino de Dios llegue a nosotros.