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Tened presente que, si el amo de la casa supiera a qué hora va a venir el ladrón, no le dejaría asaltar su casa. Pues vosotros estad preparados, porque a la hora en que menos penséis vendrá el Hijo del hombre.
Pedro dijo entonces:
-Señor, esta parábola ¿se refiere a nosotros o a todos?
Pero el Señor continuó:
-Vosotros sed como el administrador fiel y prudente a quien el dueño puso al frente de su servidumbre para distribuir a su debido tiempo la ración de trigo. ¡Dichoso ese criado si, al llegar su amo, lo encuentra haciendo lo que debe! Os aseguro que lo pondrá al frente de todos sus bienes. Pero, si ese criado empieza a pensar: «Mi señor tarda en venir», y se pone a golpear a los criados y a las criadas, a comer, a beber y a emborracharse, su señor llegará el día en que menos lo espere y a la hora en que menos piense, lo castigará con todo rigor y lo tratará como merecen los que no son fieles. El criado que conoce la voluntad de su señor, pero no está preparado o no hace lo que él quiere, recibirá un castigo muy severo. En cambio, el que sin conocer esa voluntad hace cosas reprobables, recibirá un castigo menor. A quien se le dio mucho, se le podrá exigir mucho; y a quien se le confió mucho, se le podrá pedir más.

Fecha: 
Miércoles, Octubre 25, 2017
Cita de la oración: 
Miércoles - 29 Tiempo ordinario
Comentario: 

No podemos alegar desconocimiento. No podemos alegar que hemos recibido poco. Son muchos los recursos y medios que el Señor pone a nuestro alcance para que le sirvamos con gratuidad, para que le sirvamos en nuestros hermanos, en los jóvenes y en los pobres. El Señor, nos ha dado nuestra verdadera identidad: somos siervos. Y nos ha dado todo lo necesario para servir y nos ha dicho cómo quiere que le sirvamos en los hermanos.

Nuestra es la responsabilidad de vivir cada día en ese servicio. En ello nos jugamos la identidad y la realización del presente y en ello nos jugamos la plenitud del futuro.

Todos los dones que hemos recibido es para construir fraternidad, pero si nos confiamos y empezamos a considerar la fraternidad como propiedad personal y tratar a los hermanos con nuestro propio criterio, somos como el criado infiel.

Si no hacemos posible la fraternidad en cualquier ámbito, somos más responsables que los que viven el individualismo de este mundo porque no conocen al Señor, ni saben lo que quiere el Señor.

¡Ojalá! cuando llegue el Señor, nos encuentre alimentando la vida de los hermanos, la vida comunitaria, desde el servicio y la entrega en gratuidad.