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Había también una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser, que era ya muy anciana. Había estado casada siete años, siendo aún muy joven; después había permanecido viuda hasta los ochenta y cuatro años. No se apartaba del templo, dando culto al Señor día y noche con ayunos y oraciones. Se presentó en aquel momento y se puso a dar gloria a Dios y a hablar del niño a todos los que esperaban la liberación de Jerusalén. Cuando cumplieron todas las cosas prescritas por la ley del Señor, regresaron a Galilea, a su ciudad de Nazaret. El niño crecía y se fortalecía; estaba lleno de sabiduría, y gozaba del favor de Dios.

Fecha: 
Sábado, Diciembre 30, 2017
Cita de la oración: 
Octava. 30 de Diciembre Navidad
Comentario: 

Ana es símbolo de la comunidad cristiana en la que cada uno de nosotros hemos encontrado a Jesús en su verdadera identidad.

La misión fundamental de los cristianos es anunciar con su conducta y sus palabras a Jesús. En vez de enredarnos en polémicas circunstanciales con la sociedad de la que somos parte, debemos remitirnos siempre a Jesús y a su Evangelio.

Más que la ortodoxia de la doctrina, al mundo actual hemos de proponerle el proyecto evangélico de vida nueva y el compromiso por construir  una sociedad más fraterna y solidaria.

La misericordia ha de ir unida a la verdad y la verdad no es mera doctrina sino un compromiso de vida abierta a la libertad y a la justicia verdaderas.

No olvidemos nunca la recomendación de Jesús: En esto conocerán que sois discípulos míos: si os tenéis amor los unos a los otros (Jn 13, 35)

Formemos comunidades donde el testimonio del amor y del compromiso manifiesten el amor que vinculaba a la familia de Nazaret, creciendo también nosotros  en fortaleza, sabiduría y gracia.