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Y ellos contaban lo que les había ocurrido cuando iban de camino y cómo lo habían reconocido al partir el pan.
Estaban hablando de ello, cuando el mismo Jesús se presentó en medio y les dijo:
-La paz esté con vosotros.
Aterrados y llenos de miedo, creían ver un fantasma. Pero él les dijo:
-¿De qué os asustáis? ¿Por qué surgen dudas en vuestro interior? Ved mis manos y mis pies; soy yo en persona. Tocadme y convenceos de que un fantasma no tiene carne ni huesos, como veis que yo tengo.
Y dicho esto, les mostró las manos y los pies. Pero como aún se resistían a creer por la alegría y el asombro, les dijo:
-¿Tenéis algo de comer?
Ellos le dieron un trozo de pescado asado. El lo tomó y lo comió delante de ellos. Después les dijo:
-Cuando aún estaba entre vosotros ya os dije que era necesario que se cumpliera todo lo escrito sobre mí en la ley de Moisés, en los profetas y en los salmos.
Entonces les abrió la inteligencia para que comprendieran las Escrituras, y les dijo:
-Estaba escrito que el Mesías tenía que morir y resucitar de entre los muertos al tercer día, y que en su nombre se anunciará a todas las naciones, comenzando desde Jerusalén, la conversión y el perdón de los pecados. Vosotros sois testigos de estas cosas.

Fecha: 
Jueves, Abril 5, 2018
Cita de la oración: 
Jueves - 01 Pascua
Comentario: 

Los discípulos de Emaús vuelven a Jerusalén para confirmar su experiencia de fe en la comunidad. En la comunidad reunida se confirma la presencia del Señor Resucitado.

En ella se hace presente Jesús como portador de paz y de comunión. En ella, cada hermano, desecha los fantasmas y las dudas, que la propia psicología y el miedo fabrican sobre la identidad del Señor. Las llagas del crucificado nos hacen reconocer la identidad del resucitado. Manos abiertas a la solidaridad y pies que recorren los caminos del Reino. Corazón traspasado para la acogida y la compasión. Llagas que son signos de amor extremo y de fecundidad permanente.

La contemplación y la experiencia de sus llagas nos devuelven la alegría y la capacidad para entender las Escrituras. Así podremos sentarnos cada día a su mesa para comer con Él. Así recuperaremos la tarea de ser sus testigos, evangelizando en su nombre y trabajando por el perdón y la reconciliación universal.

Haznos, Señor, conscientes de tu presencia en el seno de la comunidad. Deseamos vivir profundamente la alegría pascual.