Sed misericordiosos como vuestro Padre es misericordioso.
No juzguéis, y Dios no os juzgará; no condenéis, y Dios no os condenará; perdonad, y Dios os perdonará. Dad, y Dios os dará. Os verterán una buena medida, apretada, rellena, rebosante; porque con la medida con que midáis, Dios os medirá a vosotros.
La compasión, la tolerancia, el perdón y la generosidad son propuestas que Jesús nos hace para vivir como hijos y hermanos tanto en nuestras relaciones fraternas como en el servicio a los demás.
Nuestro Padre es compasivo con cada uno de nosotros. La misericordia de Dios nos ha sido manifestada en Jesús, solidario en toda necesidad. La compasión samaritana es cercanía y servicio; es ternura y solicitud. La compasión y la tolerancia ahuyentan de nosotros el afán por juzgar y condenar. Los hermanos nos son dados por el Señor para ser amados antes que para ser cambiados según nuestro juicio o conveniencia.
El perdón y la generosidad son la medida con la que seremos acogidos y recompensados. Una medida colmada, remecida y rebosante.
Cada uno de nosotros ha de asumir protagonismo en vivir estas actitudes del corazón recuperado para la fraternidad. Anticipémonos sin esperar que sean los demás quienes nos demuestren su corazón convertido.
