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Luego añadió:
–Es necesario que el Hijo del hombre sufra mucho, que sea rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley, que lo maten y que resucite al tercer día.
Entonces se puso a decir a todo el pueblo:
–El que quiera venir en pos de mí, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, ése la salvará. Pues, ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo si se pierde o se arruina a sí mismo?

Fecha: 
Jueves, Marzo 2, 2017
Cita de la oración: 
Jueves - Ceniza Cuaresma
Comentario: 

En los tiempos que vivimos no es fácil para muchos entender la palabra de Jesús que nos invita a seguirle negándonos a nosotros mismos. La felicidad se suele confundir con la autosatisfacción de los deseos y con el éxito aparente.

No podemos ser fieles a la vocación recibida sin cargar con su cruz cada día y vivir en su seguimiento. Necesitamos descubrir el secreto evangélico de la salvación que es a la vez don y tarea. ¿Qué supone para nosotros “salvar la vida perdiéndola por la causa de Jesús?

Así lo proclamamos en nuestro credo vocacional.

Tantas veces, también nosotros, nos hemos opuesto al designio de Jesús: “El Hijo del hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día”. La pasión en toda su extensión y formas no es asunto de mediocres. Quisiéramos acoplar nuestra existencia a unas mínimas exigencias sin advertir que la verdadera felicidad está en vivir como bienaventurados por la fuerza del amor extremo.

Danos, Señor, amor y entrega para asumir tu cruz con la disponibilidad del discípulo confiado. La certeza de su resurrección es impulso para la fidelidad en tu seguimiento coherente. Entrar en tu nueva vida importa más que ganar el mundo entero.