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Surgió entre los discípulos una discusión sobre quién sería el más importante. Jesús, al darse cuenta de la discusión, tomó a un niño, lo puso junto a sí y les dijo:
–El que acoge a este niño en mi nombre, a mí me acoge; y el que me acoge a mí, acoge al que me ha enviado, porque el más pequeño entre vosotros es el más importante.
Juan tomó la palabra y le dijo:
–Maestro, hemos visto a uno expulsar demonios en tu nombre y se lo hemos prohibido, porque no pertenece a nuestro grupo.
Jesús les dijo:
–No se lo prohibáis, que el que no está contra vosotros, está de vuestra parte.

Fecha: 
Lunes, Octubre 2, 2017
Cita de la oración: 
Lunes - 26 Tiempo ordinario
Comentario: 

Toda la Biblia está atravesada por la preferencia de Dios por los pequeños y los últimos: Abel era menor que Caín, pero era su sacrificio el que complacía al Señor (Gen 4, 4); Jacob no era el hijo mayor de Isaac, pero fue a él a quien Yahvé bendijo y a quien prometió: «Yo estoy contigo; te guardaré dondequiera que vayas, no te abandonaré hasta que haya cumplido lo que te he dicho» (Gen 28, 15). Los dos hijos menores de Jacob fueron sus preferidos y ante José se inclinaron todos sus hermanos (Gen 37, 7).

Moisés era torpe de lengua y Jeremías sólo un muchacho, pero fueron ellos los escogidos por el Señor para ser uno jefe y otro profeta de su pueblo (Ex 4,10; Jer 1, 6).

David era el más pequeño de su casa y el Señor lo eligió cuando era sólo un adolescente que andaba detrás del ganado (1Sam 16, 1–13) y si venció a Goliat no fue con el poderío de su lanza, sino con su honda de pastor (1Sam 17, 12–58).

Por eso, cuando los discípulos van discutiendo quien era el más importante, Jesús, «llamó a un niño y lo puso a su lado y les dijo...».

Los discípulos iban buscando ser el centro, pero para Jesús el centro está ya ocupado precisamente por alguien humilde y sin pretensiones, alguien que se sabe dependiente de los mayores y que se reconoce necesitado de estar siempre aprendiendo. Un niño no tiene que hacer nada, solamente confiar y dejarse cuidar y querer y por eso rompe la dinámica de la suficiencia y de las pretensiones de dominio y poder.