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Se le acercó un leproso y le suplicó de rodillas:
-Si quieres, puedes limpiarme.
Jesús, compadecido, extendió la mano, lo tocó y le dijo:
-Quiero, queda limpio.
Al instante le desapareció la lepra y quedó limpio.
Entonces lo despidió, advirtiéndole severamente:
-No se lo digas a nadie; vete, preséntate al sacerdote y ofrece por tu purificación lo que mandó Moisés, para que les conste a ellos.
El, sin embargo, tan pronto como se fue, se puso a divulgar a voces lo ocurrido, de modo que Jesús no podía ya entrar abiertamente en ninguna ciudad. Tenía que quedarse fuera, en lugares despoblados, y aun así seguían acudiendo a él de todas partes.

Fecha: 
Domingo, Febrero 11, 2018
Cita de la oración: 
Jueves - 01 Tiempo ordinario
Comentario: 

Otro ámbito de relación de Jesús, es el de los excluidos. El mayor daño que provoca la exclusión es llegar a convencer al excluido que carece de dignidad. Y tantas veces vemos en nuestros barrios y ciudades que lo peor de la exclusión es llegar a vivir una vida infrahumana y de poco valor por la propia vida y la de los demás. El leproso, hoy tantos jóvenes y pobres que viven en las periferias, en las calles, fuera de los círculos por donde transcurre la vida de una sociedad, basada en el «tanto tienes, tanto vales», necesitan el encuentro con Jesús, para recuperar su dignidad de persona. Allá donde los importantes excluyen, Jesús incluye y reincorpora. En este proceso, Jesús se pone a tiro del excluido, cerca, donde se pueda dar el encuentro y, Él mismo, sufre cierta exclusión, pues ya no podía entrar abiertamente en ningún pueblo...

Ante el éxito pastoral, ¡qué difícil es mantener la lucidez para no dejarse embaucar por el fácil halago! ¡Cuánto nos cuesta dejar o tomar distancia de proyectos o relaciones en las que nos encontramos con cierto éxito y nos sentimos eficaces! ¡Qué capacidad la nuestra para apropiarnos de ámbitos o proyectos donde la comunidad nos ha puesto para servir en su nombre!

¡Cuánto tenemos que aprender de Jesús, para desprendernos de todo aquello que pueda desviar el camino trazado por el Padre (por los hermanos), aunque eso suponga «no poder entrar abiertamente en ningún pueblo» por un tiempo!