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En su enseñanza decía también:
-Tened cuidado con los maestros de la ley, que gustan de pasearse lujosamente vestidos y de ser saludados por la calle. Buscan los puestos de honor en las sinagogas y los primeros lugares en los banquetes. Estos, que devoran los bienes de las viudas con el pretexto de largas oraciones, tendrán un juicio muy riguroso.
Jesús estaba sentado frente al lugar de las ofrendas, y observaba cómo la gente iba echando dinero en el cofre. Muchos ricos depositaban en cantidad. Pero llegó una viuda pobre, que echó dos monedas de muy poco valor. Jesús llamó entonces a sus discípulos y les dijo:
-Os aseguro que esa viuda pobre ha echado en el cofre más que todos los demás. Pues todos han echado de lo que les sobraba; ella, en cambio, ha echado de lo que necesitaba, todo lo que tenía para vivir.

Fecha: 
Sábado, Junio 10, 2017
Cita de la oración: 
Domingo - 32 Tiempo ordinario
Comentario: 

Qué importante es mirar la vida a la manera de Jesús, para reconocer la Presencia de Dios en ella y para aprender las cosas de Dios a través de personas y acontecimientos con los que convivimos cotidianamente.

Cuando Jesús ve el gesto de la viuda, llama a sus discípulos, para hacerles comprender dónde están según los criterios de Dios, el más y el menos: «Les aseguro que esa pobre viuda ha echado más que todos los otros». La que había entrado en la escena evangélica calificada como viuda y pobre, relegada a la escala social más baja, sale convertida en maestra de discípulos.

En la admiración de Jesús por esa mujer se nota la alegría de una coincidencia de fondo: aquella mujer había aprendido, seguramente sin saberlo, aquella extraña sabiduría de Jesús de no atesorar para mañana, esos rasgos de desmesura, desproporción, abundancia, esplendidez, derroche, despilfarro que son característicos de las narraciones evangélicas, como expresión del actuar de Dios.

Nosotros podríamos empezar a cuidar estas actitudes por las relaciones interpersonales: en ese campo «echarlo todo» significa que se está convencido de que sólo comprometiéndonos de todo corazón con el hermano, con la comunidad, es como llegamos a construirla de verdad. Sólo cuando estamos dispuestos a entregar la segunda moneda, esa que siempre tenemos la tentación de reservarnos, es cuando empezamos a aprender algo de aquello que la viuda del Evangelio supo vivir tan bien: «Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y al prójimo como a ti mismo».