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Jesús resucitó en la madrugada del primer día de la semana y se apareció en primer lugar a María Magdalena, de la que había expulsado siete demonios. Esta fue a comunicárselo a los que lo habían acompañado, que estaban tristes y seguían llorando. Ellos, a pesar de oír que estaba vivo y que ella lo había visto, no lo creyeron.
Después de esto se apareció, con aspecto diferente, a dos de ellos que iban de camino hacia el campo. También fueron a dar la noticia a los demás. Pero tampoco les creyeron.
Por último, se apareció a los once, cuando estaban a la mesa, y les echó en cara su incredulidad y su terquedad, por no haber creído a quienes lo habían visto resucitado. Y les dijo:
-Id por todo el mundo y proclamad la buena noticia a toda criatura.

Fecha: 
Sábado, Abril 7, 2018
Cita de la oración: 
Sábado - 01 Pascua
Comentario: 

A lo largo de nuestra vida la experiencia de fe en el Señor resucitado pasa por diversas vivencias en las que la duda y la certeza van configurando el corazón de cada hermano y la identidad creyente de la comunidad.

Marcos nos resume en su evangelio la trayectoria de la primera comunidad pascual. Un entramado de experiencias personales y comunitarias nos van liberando de la incredulidad y de la dureza del corazón.

¡Cuántas veces, tristes y llorosos, no somos capaces de asumir la vivencia de fe del hermano que, como Magdalena, nos anuncian que el Señor está vivo! Otras veces no somos capaces de valorar y asumir los caminos de conversión que, como los dos de Emaús, somos invitados a recorrer, abiertos a la Palabra y al Pan.

En la mesa de la fraternidad eucarística el Señor hace el supremo gesto por recuperarnos para la nueva Vida. Asumamos en ella la denuncia de Jesús y recuperémonos como enviados de su Evangelio por el mundo entero.