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Llamó a los doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que no tomaran nada para el camino, excepto un bastón. Ni pan, ni zurrón, ni dinero en la faja. Que calzaran sandalias, pero que no llevaran dos túnicas. Les dijo además:
-Cuando entréis en una casa, quedaos en ella hasta que os marchéis de aquel lugar. Si en algún sitio no os reciben ni os escuchan, salid de allí y sacudid el polvo de la planta de vuestros pies, como testimonio contra ellos.
Ellos marcharon y predicaban la conversión. Expulsaban muchos demonios, ungían con aceite a muchos enfermos y los curaban.

Fecha: 
Jueves, Febrero 1, 2018
Cita de la oración: 
Jueves - 04 Tiempo ordinario
Comentario: 

La fuerza de la misión, igual que en Jesús, el hijo del carpintero, no está en los muchos medios, en la mucha plata, en grandes estructuras. El discípulo igual que el maestro ha de saber vivir en cierta intemperie. Sin más seguridad que la Palabra, la compañía del hermano y la certeza del envío y la presencia de Jesús. Solo necesitamos para ser fieles a nuestra vocación, lo necesario para vivir con dignidad y poder compartir con los otros, aprendiendo a recibir y acoger, en total gratuidad y desde la propia necesidad. Toda posesión que no sea necesario para vivir con dignidad, que sea superflua o inconveniente, puede convertirse en un impedimento para vivir la vocación y el servicio a los jóvenes y a los pobres.

Y la prueba de que no siempre ponemos nuestra confianza y nuestra fuerza en el Señor, es las veces que nos quejamos, nos paralizamos en el servicio evangelizador porque nos faltan estructuras o medios para estar presentes. Expresando con ello, que son los medios, las estructuras quienes salvan a los jóvenes y pobres y no la relación que hace presente al Señor en medio de la precariedad.

Como comunidad hemos de ejercitarnos permanentemente en el discernimiento de las estructuras de vida y de acción necesarias en cada momento para la evangelización para que estas no oculten la acción de Dios y podamos expresar con signos y palabras que es Él quien nos sana, nos libera y es quien cura nuestras heridas. Es Él quien nos libera más allá y por encima de nuestro esfuerzo.