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Por aquellos días se congregó de nuevo mucha gente y, como no tenían nada que comer, llamó Jesús a los discípulos y les dijo:
-Me da lástima esta gente, porque llevan ya tres días conmigo y no tienen nada que comer. Si los envío a sus casas en ayunas, desfallecerán por el camino, pues algunos han venido de lejos.
Sus discípulos le replicaron:
-¿De dónde vamos a sacar pan para todos estos aquí en despoblado?
Jesús les preguntó:
-¿Cuántos panes tenéis?
Ellos respondieron:
-Siete.
Mandó entonces a la gente que se sentara en el suelo. Tomó luego los siete panes, dio gracias, los partió y se los iba dando a sus discípulos para que los repartieran. Ellos los repartieron a la gente. Tenían además unos pocos pececillos. Jesús los bendijo y mandó que los repartieran también.
Comieron hasta saciarse, y llenaron siete cestos con los trozos sobrantes. Eran unos cuatro mil.
Jesús los despidió, subió en seguida a la barca con sus discípulos y se marchó hacia la región de Dalmanuta.

Fecha: 
Sábado, Febrero 10, 2018
Cita de la oración: 
Sábado - 05 Tiempo ordinario
Comentario: 

Esta segunda multiplicación de los panes y de los peces acontece en tierra pagana. La muchedumbre, venida de lejos, está hambrienta y puede desfallecer si retoma en ayunas el camino de vuelta.

La compasión de Jesús le lleva a la acción. Dios en su acción solidaria se sirve siempre de la colaboración de los hombres, aunque ésta sea desproporcionada a las necesidades urgentes de los pobres. Los siete panes en manos de Jesús se multiplican junto a los pocos peces encontrados.

Jesús recibe los panes, da gracias, los bendice, los parte y los entrega a sus discípulos para repartirlos entre la gente. Estos gestos son significativos del amor del Señor y de su futura entrega en el pan de su cuerpo. Jesús no margina a nadie de su mesa compartida.

Tanto entre judíos como entre paganos, Jesús hace de sus comidas un encuentro donde se manifiesta la voluntad de Dios hacia una humanidad más fraterna y solidaria.