Venid a mí todos los que estáis fatigados y agobiados, y yo os aliviaré. Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy sencillo y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras vidas. Porque mi yugo es suave y mi carga ligera.
Nos encontramos aquí con unas palabras conmovedoras de Jesús, llenas de misericordia por su parte y de esperanza por la nuestra. Nos manifiesta Jesús sus sentimientos más profundos al comprobar nuestra debilidad y las situaciones de desánimo que tantas veces nos invaden. Jesús no nos impone exigencias imposibles. No nos enfrenta ante la ley sino que nos acoge en su corazón asumiendo nuestras impotencias y debilidades.
Mientras el Señor viene, nos llama a ir a Él. “Venid a mí todos...”. Nos llama para aliviarnos de nuestros cansancios y agobios. En Él encontraremos descanso. En tiempos nuevos necesitamos renovación. Algunos, a la mitad de la vida, necesitamos recuperar la esperanza en su misericordia. Su yugo es suave. Quizás necesitamos más que nunca aprender a configurar nuestro corazón desde su mansedumbre y humildad.
