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Fue a su pueblo y se puso a enseñarles en la sinagoga judía. La gente, admirada, decía:
-¿De dónde le vienen a éste esa sabiduría y esos poderes milagrosos? ¿No es éste el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y sus hermanos Santiago, José, Simón y Judas? ¿No están todas sus hermanas entre nosotros? ¿De dónde, pues, le viene todo esto?
Y los tenía desconcertados. Pero Jesús les dijo:
-Un profeta sólo es despreciado en su pueblo y en su casa.
Y no hizo allí muchos milagros por su falta de fe.

Fecha: 
Viernes, Agosto 4, 2017
Cita de la oración: 
Viernes - 17 Tiempo ordinario
Comentario: 

Para la actitud de los hombres ante Jesús sólo existen dos posibilidades: abrirse con la fe o cerrarse por el escándalo.

Solemos actuar siempre así: aceptamos a un «profeta» si nos habla de cosas grandes y maravillosas aunque no sean verdad y más valorado si no conocemos de donde viene; pero cuando este «profeta» nos habla al corazón y nos dice nuestras verdades, más aún si «lo conocemos» pues es de nuestro rumbo, sabemos su origen, como en el caso de Jesús, le agredimos con nuestras actitudes y acciones

Solemos, al juzgar por las apariencias, hacer a un lado la coherencia de vida, la rectitud de espíritu, las obras de justicia y santidad que realizan los demás que son cercanos a nosotros y mirar más sus limitaciones, sus errores o su poca relevancia.

El evangelio de hoy nos enseña que seguir a Jesús es no buscar una gloria exterior sino una claridad interior. Jesús es rechazado por su gente porque aparece «como uno de tantos» del pueblo. Ojalá que sepamos descubrir la presencia de Cristo en lo ordinario de la vida y en el hermano, joven o pobre que ordinariamente tratamos día a día. Sólo así podrá el Señor hacer milagros.