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Mientras andaban juntos por la región de Galilea, Jesús les dijo: “El Hijo del hombre va a ser entregado en manos de los hombres, y lo matarán; pero al tercer día resucitará.” 

Esta noticia los llenó de tristeza.  Cuando Jesús y sus discípulos llegaron a Cafarnaún, los que cobraban el impuesto para el templo fueron a ver a Pedro, y le preguntaron: “¿Tu maestro no paga el impuesto para el templo?”

“Sí, lo paga” -contestó Pedro.  Luego, al entrar Pedro en casa, Jesús se dirigió a él en primer lugar, diciendo: “¿Qué te parece, Simón?  ¿A quiénes cobran impuestos y contribuciones los reyes de este mundo: a sus propios súbditos o a los extranjeros?”

Pedro contestó: “A los extranjeros.”

“Por lo tanto -añadió Jesús-, los propios súbditos no tienen que pagar nada. Pero, para que nadie se ofenda, ve al lago y echa el anzuelo. En la boca del primer pez que pesques encontrarás una moneda que será suficiente para pagar mi impuesto y el tuyo.  Llévatela y págalos.”

Fecha: 
Lunes, Agosto 14, 2017
Cita de la oración: 
Lunes- 19 Tiempo ordinario
Comentario: 

Mateo es un especialista en materia de impuestos. Los judíos habían establecido el sistema de las dos dracmas para el mantenimiento del culto y de todo lo referente al Templo. Jesús como Hijo, no tiene obligación para con el Templo, pero para no provocar escándalo o dar mal ejemplo cumple con el requisito.

Hay muchos momentos en los que no tendríamos la obligación de compartir con los otros, en la Iglesia, pues ya tenemos todo en función de los otros, todos nuestros bienes queremos que estén para ser Iglesia con jóvenes y pobres. Pero qué importante a veces es tener también los mismos gestos que los demás y colaborar en los gastos y necesidades que nos son comunes. En la colecta en la parroquia, cuando se organiza algún compartir en función de alguna necesidad especial, en los que el gesto es muchas veces más importante que incluso la cantidad. No contribuir, en las mismas condiciones que los demás, puede leerse tantas veces como que esas situaciones no van con nosotros, que nosotros vamos por otro lado. En muchas ocasiones es necesario ir más allá de los mecanismos de obligación y discernir en cada momento qué y con quiénes compartimos, uniéndonos especialmente a los gestos de la gente más sencilla y humilde de nuestro entorno. Si hay casos en los que nos hemos de distanciar son en los que son compartires suntuosos, o por obligación social que nada tienen que ver con nuestra vocación.