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Por eso, si tu hermano te ofende, ve y repréndelo a solas. Si te escucha, habrás ganado a tu hermano. Si no te escucha, toma contigo uno o dos, para que cualquier asunto se resuelva en presencia de dos o tres testigos. Si no les hace caso, díselo a la comunidad; y si tampoco hace caso a la comunidad, considéralo como un pagano o un publicano.
Os aseguro que lo que atéis en la tierra quedará atado en el cielo; y lo que desatéis en la tierra quedará desatado en el cielo. También os aseguro que, si dos de vosotros se ponen de acuerdo en la tierra para pedir cualquier cosa, la obtendrán de mi Padre celestial. Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos.

Fecha: 
Miércoles, Agosto 16, 2017
Cita de la oración: 
Miércoles - 19 Tiempo ordinario
Comentario: 

Que costumbre tan perjudicial la de esperar a la reunión de comunidad cuando tenemos o queremos decirle algo a algún hermano. Qué importante es la comunicación interpersonal, especialmente cuando al hermano hemos de expresarle algo que creemos no le hace bien o es contradictorio con su vocación. En ese caso, la práctica de muchos de nosotros es de hablar con los otros hermanos y luego tratarlo en la comunidad.

Lo que nos propone Jesús es justo la dinámica contraria: que hablemos con cariño con el hermano interesado y si ahí toma conciencia, el diálogo quede entre los dos. En todo caso que sea el hermano interesado quien lo comparta con el resto. Solo si el hermano se encierra en sí mismo, podemos discernir con otros hermanos y si es verdaderamente importante tratarlo por toda la comunidad.

Y todo este proceso vivirlo desde el Señor, para que «los juicios» no sean de los propios pareceres o sensaciones, sino fruto de la oración y de la petición hecha al Padre en nombre de Jesús, buscando siempre lo mejor para el hermano y la significatividad a la que como comunidad estamos llamados.