Loading...

¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que cerráis a los demás la puerta del reino de los cielos! Vosotros no entráis, y a los que quieren entrar no los dejáis.
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que recorréis mar y tierra para hacer un discípulo y cuando llega a serlo lo hacéis merecedor del fuego eterno, el doble peor que vosotros!
¡Ay de vosotros, guías ciegos, que decís: «Jurar por el santuario, no compromete, pero si uno jura por el oro del santuario queda comprometido!». ¡Necios y ciegos! ¿Qué es más, el oro o el santuario que santifica el oro? También decís: «Jurar por el altar no compromete, pero si uno jura por la ofrenda que hay sobre él queda comprometido». ¡Ciegos! ¿Qué es más, la ofrenda o el altar que la santifica? Pues el que jura por el altar, jura por él y por todo lo que hay encima; el que jura por el santuario, jura por él y por quien lo habita; el que jura por el cielo, jura por el trono de Dios y por el que está sentado en él.

Fecha: 
Lunes, Agosto 28, 2017
Cita de la oración: 
Lunes - 21 Tiempo Ordinario
Comentario: 

Jesús nos desvela en estas imprecaciones la hipocresía de la falsa religiosidad. El proyecto de Jesús es el Reinado de Dios entre nosotros. Hemos de cuidarnos de no someter el proyecto de, Evangelio del reino a las conveniencias de la institución, a los intereses de las clases dominantes, a las leyes humanas que promueven el sometimiento de las personas más que su verdadera dignidad y libertad.

Hemos de cuidar más el corazón que la ley. Porque una sola es la ley: el amor nuevo en el que se entrega la vida por los demás. La hipocresía consiste en la inconsecuencia entre lo que se cumple y lo que verdaderamente se ama.

Nunca podremos instrumentalizar a las personas, marginar a los desposeídos, rivalizar en competencias interesadas, urdir engaños por fines aparentemente legítimos.

Dios ni se vende ni se compra. El culto religioso no es un negocio de ofrendas y prebendas, el cumplimiento de la ley no busca el prestigio ni acarrea superioridad. Es preciso encontrar la máxima dignidad en nuestra condición de hijos, hermanos y siervos.