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¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que pagáis el diezmo de la menta, del anís y del comino, y descuidáis lo más importante de la ley: la justicia, la misericordia y la fe! Hay que hacer esto, sin descuidar aquello. ¡Guías ciegos, que coláis el mosquito y os tragáis el camello!
¡Ay de vosotros, maestros de la ley y fariseos hipócritas, que limpiáis por fuera el vaso y el plato, mientras que por dentro siguen llenos de rapiña y ambición! ¡Fariseo ciego, limpia primero por dentro el vaso, para que también por fuera quede limpio!

Fecha: 
Martes, Agosto 29, 2017
Cita de la oración: 
Martes - 21 Tiempo ordinario
Comentario: 

La hipocresía hace del fariseo, una persona que vive de la apariencia. Su gran preocupación es que la gente hable bien de ella, tener buena imagen. En definitiva les importa su propio honor no el honor de Dios. Y llega así a vivir situaciones ridículas y lo peor es que ni se da cuenta. En su aferrada defensa de Dios, los fariseos terminan siendo personas que no tienen más Dios que ellos mismos. Se preocupan mucho por el diezmo y nada por la compasión, el derecho y la autenticidad que es lo que Dios quiere y para lo que es el diezmo. También nosotros, cuando nos preocupa más el prestigio institucional que el bienestar, el derecho, la justicia y la compasión del pobre, estamos cayendo en la misma actitud. Porque como dice Jesús, esto es lo que hay que practicar sin descuidar aquello.

Cuando nos preocupa más la apariencia, lo que los otros puedan ver o decir que el cuidado de la vida interior, estamos cayendo en la misma ceguera. Cuando lo que vivimos está disociado de lo que somos, estamos alimentando al fariseo que llevamos dentro y como consecuencia, corremos el riesgo de seguir filtrando el mosquito y nos tragamos el camello.