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No hagáis el bien para que os vean los hombres, porque entonces vuestro Padre celestial no os recompensará. Por eso, cuando des limosna, no vayas pregonándolo, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para que los alaben los hombres. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando des limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha. Así tu limosna quedará en secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.
Cuando oréis, no seáis como los hipócritas, a quienes les gusta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que los vea la gente. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ores, entra en tu habitación, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te premiará.
Cuando ayunéis, no andéis cariacontecidos como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que la gente vea que ayunan. Os aseguro que ya han recibido su recompensa. Tú, cuando ayunes, perfúmate la cabeza y lávate la cara, de modo que nadie note tu ayuno, excepto tu Padre, que está en lo escondido. Y tu Padre, que ve hasta lo más escondido, te premiará.

Fecha: 
Miércoles, Febrero 14, 2018
Cita de la oración: 
Miércoles - 11 Tiempo ordinario
Comentario: 

Jesús nos cuenta en este relato, al igual que en todos los capítulos 5 y 7, la experiencia de su vida. Él cuando sanaba tenía especial interés en que no se lo dijeran a nadie. Él estaba largos ratos en soledad con su Padre y por iniciativa del Espíritu se adentra en el desierto donde ayuna y busca la voluntad del Padre en su vida.

Y esta manera de proceder nos la propone a cada uno de nosotros. La limosna, la oración, el ayuno son muy importantes para nuestro crecimiento personal y vocacional. Si en nuestra vida hay oración, hay ayuno (desprendimiento, desposesión) y limosna (solidaridad). No podemos vivir una vocación sana sin el ejercicio constante de oración, ayuno y limosna.

Pero el Señor quiere que oración, ayuno y limosna, queden en la intimidad de nuestra interioridad, porque lo que se ha de notar no es la limosna, la oración o el ayuno, sino la vida que esto provoca en uno y en los demás. La solidaridad de la limosna se manifiesta en la desposesión y en el desarraigo que da vida y alegría al otro.

El acento está en la vida y en la alegría del otro, no en el resaltar el gesto que ha de quedar en la intimidad con el Señor, como expresión de desposesión y de que él es nuestro único Señor.

La oración se nota por la vida que realiza. La oración es un encuentro amoroso y como todo encuentro amoroso requiere su intimidad.

El ayuno es un gesto de desprendimiento y desposesión que expresa el desapego de todo aquello que pueda irnos atando y ocultando que Dios es el único necesario, el único que salva.