Loading...

Nadie puede servir a dos amos; porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y al otro no le hará caso. No podéis servir a Dios y al dinero.
Por eso os digo: No andéis preocupados pensando qué vais a comer o a beber para sustentaros, o con qué vestido vais a cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale más la vida que el alimento y el cuerpo que el vestido? Fijaos en las aves del cielo; ni siembran ni siegan ni recogen en graneros, y sin embargo vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Quién de vosotros, por más que se preocupe, puede añadir una sola hora a su vida? Y del vestido, ¿por qué os preocupáis? Fijaos cómo crecen los lirios del campo; no se afanan ni hilan; y sin embargo, os digo que ni Salomón en todo su esplendor se vistió como uno de ellos. Pues si a la hierba que hoy está en el campo y mañana se echa al horno Dios la viste así, ¿qué no hará con vosotros, hombres de poca fe? Así que no os inquietéis diciendo: ¿Qué comeremos? ¿Qué beberemos? ¿Con qué nos vestiremos? Esas son las cosas por las que se preocupan los paganos. Ya sabe vuestro Padre celestial que las necesitáis. Buscad ante todo el reino de Dios y lo que es propio de él, y Dios os dará lo demás. No andéis preocupados por el día de mañana, que el mañana traerá su propia preocupación. A cada día le basta su propio afán.

Fecha: 
Domingo, Febrero 26, 2017
Cita de la oración: 
Domingo - 08 Tiempo ordinario
Comentario: 

No podemos estar al plato y a las tajadas. No podemos estar sentados y de pie al mismo tiempo. No podemos querer asegurar nuestra vida y poner nuestra confianza en Dios.

La confianza en Dios siempre supone riesgo, intemperie, inseguridad. En el seguimiento de Jesús perdemos seguridades para ganar SEGURIDAD.

El camino de la fe implica una CONFIANZA radical. Es el ser «yo», «aquí», «ahora», «con esta gente» y « por ellos», como decimos en el Id 2.2.

La medida de la vocación no soy yo: el cómo estoy, como me siento, qué necesito, sino como amo y sirvo. De mí se encarga Dios.

Cuántas preocupaciones por lo que vendrá, que muchas veces ni siquiera llega y, si llega, nunca es como lo habíamos imaginado o proyectado, nos impiden vivir y amar aquí y ahora. Cuántas oportunidades de servicio perdemos por estar preparando nuestro mañana o procurándonos nuestras propias satisfacciones.

Cuántos agobios provocan nuestros miedos e inseguridades, expresión de vivir tantas veces como si Dios no estuviera, como si viviéramos la vida sin fe.

La atención de Jesús es para que vivamos cada día. Hoy es el momento de amar. Hoy estoy llamado a servir. Hoy, y cada día, estamos llamados a responder en cada situación concreta y poner nuestra confianza permanentemente en Dios. Hoy es el tiempo de la salvación. Hoy, aquí y ahora es el momento de buscar el Reino y su justicia, sabiendo que lo demás se nos dará por añadidura.