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En aquel tiempo, entre la admiración general por lo que hacía, Jesús dijo a sus discípulos: “Meteos bien esto en la cabeza: al Hijo del Hombre lo van a entregar en manos de los hombres”. Pero ellos no entendían este lenguaje; les resultaba tan oscuro que no cogían el sentido. Y les daba miedo preguntarle sobre el asunto.

 

La bienaventuranza y la alegría plena son condición y efecto del amor que Jesús quiere que reine en sus discípulos. Un amor nuevo porque es el amor que el Padre tiene al Hijo y que este tiene a los suyos.

Comentario: 

Los discípulos tenían miedo. No es extraño. No es sencillo asumir como guía en la vida la “no neutralidad” de Jesús. El parece tantas veces buscar el conflicto con las fuerzas civiles, políticas, culturales y por supuesto, religiosas… Claro que les dió miedo. ¿Acaso a nosotras no? 

A mí también me dice Jesús: “métete bien esto en la cabeza” “si yo asumo ser entregado en manos de los hombres, tu ¿no lo vas a asumir?” “Si quieres ser verdadero discípulo mío, mira bien con qué libertad vas a actuar sobre todo frente a todo poder, cuando seguirme a mí te pueda suponer dificultad, problemas, “persecución”, juicios…

Y tengo que aceptar que me cuesta actuar con tanta libertad. Que me resulta embarazoso caminar acompañando a personas que sé que son rechazadas; que me inquieta actuar en favor de personas que sufren injusticia cuando sé que no son bien miradas, porque son criticables, porque han hecho daño. Otras veces, simplemente porque me siento llamada a decir o realizar algo que mi entorno puede no comprender. Y siento necesidad de unirme a El, de que El me aporte algo de valor y fortaleza.

Pero esto nos afecta también colectivamente ¿Cómo nos vemos como comunidad, como parroquia, como entidad?. Somos capaces de tomar iniciativas evangélicas cuando van a ser “impopulares”, pueden traernos problemas con la institución, podemos ser señalados como “amigos de pecadores” (“ilegales” ó “terroristas” ó “indeseables”).  ¡¡Qué difícil ser signo de contradicción en nuestra Iglesia!!  Es mucho mejor no llamar la atención demasiado, no provocar…

¿Qué nos dice Jesús?