Loading...

Y dirigiéndose a sus discípulos añadió:
–Si alguno quiere venir detrás de mí, que renuncie a sí mismo, cargue con su cruz, y me siga. Porque el que quiera salvar su vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mí, la conservará. Pues ¿de qué le sirve al hombre ganar todo el mundo, si pierde su vida? ¿O qué puede dar a cambio de su vida? El Hijo del hombre está a punto de venir con la gloria de su Padre y con sus ángeles. Entonces tratará a cada uno según su conducta. Os aseguro que algunos de los aquí presentes no morirán sin ver al Hijo del hombre venir como rey.

Fecha: 
Viernes, Agosto 11, 2017
Cita de la oración: 
Viernes - 18 Tiempo ordinario
Comentario: 

Si nuestra vocación está configurada por el seguimiento de Jesús, esto quiere decir que toda nuestra vida está afectada por el dinamismo de pérdida/ganancia y todos estamos convocados a entrar en un juego que debería convertirse en una de las señales de nuestra identidad, algo que la hace diferente de otras opciones de vida. Somos parte de todos los hombres y mujeres que, como respuesta a una llamada, desean pensar y sentir como Dios mismo y, a causa de Jesús y de su Evangelio y, por la alegría de haberlo encontrado, estamos dispuestos a entrar en el juego perder/ganar.

No es fácil aceptar, por mucho tiempo que llevemos, que el negarse a sí mismo sea una condición inevitable del seguimiento y esto de manera tajante. Y Jesús recurre para justificarlo a una especie de sabiduría proverbial, pero totalmente novedosa porque no ofrece más garantía que «por mí y por el Evangelio», que le convierte a él en referencia última y definitiva. Recurre al término ganancia pero, como en un juego de despropósitos, pérdida y ganancia se han intercambiado sus papeles y hay que entenderlas al revés, sin más apoyo ni garantía que la propia palabra de Jesús y su modo peculiar de entender la vida.