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Todo suena a catástrofe en el evangelio de hoy. Jesús habla de la ruina de Jerusalén y del fin del mundo, poniendo la caída de Jerusalén como garantía de que ocurrirá lo segundo.

Pero Dios no ha creado una humanidad destinada a la destrucción y a la nada. La destrucción es una realidad en nuestras vidas, pero más allá de la destrucción Jesús provoca la regeneración con su venida. Si no queremos condenar al fracaso la obra de Dios, el hombre ha de tener la oportunidad de posibilitar en la tierra el fin por el que ha sido creado, antes de la llegada de la hora final. Y esta finalidad es triple: en el dominio sobre las fuerzas de la naturaleza, en la plenitud del desarrollo moral y en la posibilidad de aceptar el evangelio. Queda en cualquiera de estos tres campos mucho por lograr.

En esta tensión, aunque parezca que se nos cae el cielo encima, hemos de vivir con confianza pues, los que viven en fidelidad la espera de ese día, nada tienen que temer, porque el acontecimiento de la 2ª venida, dará cumplimiento a todas nuestras ansias, a todos nuestros deseos, a la plena realización.

Para poder ser fermento entre los jóvenes hoy, la comunidad pastoral deberá abrir cauces de participación de los jóvenes dentro de nuestras estructuras educativas y eclesiales con el fin de que podamos juntos instaurar una mutua influencia de aportación y recepción de iniciativas, motivaciones y valores.

Comentario: 

Los discursos apocalípticos recogidos en este evangelio reflejan los miedos, las luchas e incertidumbres de las primeras comunidades cristianas, frágiles y vulnerables que vivían en medio de conflictos sociales y políticos una historia de persecuciones, con un futuro incierto sin saber cuándo llegaría Jesús, su amado Señor. Vivieron persecuciones duras por parte de poderes judíos y paganos. La catástrofe cósmica era símbolo de la caída de un orden social injusto, los discípulos que han contribuido en esa caída, lejos de temer, han de cobrar ánimos, pues para ellos es señal de liberación.

Las exhortaciones de este texto expresan los mensajes que se hacían los discípulos unos a otros recordando el mensaje de Jesús a vivir en confianza; recobrar el ánimo; no ceder en tiempo de grandes dificultades; no preparar defensa sino confiar en que Dios les inspirará; vivir su   compasión por las víctimas inocentes y su anuncio del Reino de Dios. 

Dios quiere que las cosas cambien, pues busca una vida más digna y feliz para todos. Jesús nos invita a transformar los sistemas injustos que atropellan la dignidad y los derechos de las personas, a vivir buscando y acogiendo el reino de Dios, a relacionarnos animándonos unos a otros a mirar la realidad con confianza.