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Sólo dejaremos de destruir la naturaleza –y de autodestruirnos–cuando nos dotemos de una nueva visión que nos haga conscientes de la dimensión sagrada de la naturaleza y de nuestro carácter plena y orgullosamente natural.

Así lo dijo, con voz profética, la EATWOT, la Asociación Ecuménica de Teólogos/as del Tercer Mundo, en su última Asamblea Mundial, en Yakarta, Indonesia, hace cinco años. Y lo razonó, breve pero enjundiosamente, en su documento, «Visión ecológica y supervivencia planetaria»(1).

El desafío sigue estando ahí, más vivo y urgente que nunca. La COOP21 de París no ha despejado las dudas, y la reducción de gases de efecto invernadero que ha de ser puesta en marcha para no sobrepasar el límite de los 2ºC a final de siglo, es de tal magnitud, que parece irrealizable. En efecto, para mantenernos en ese límite los países desarrollados deben reducir sus emisiones en un 70% (o un 85% si asumen el plus de su responsabilidad histórica) antes de 2050… Pero los datos actuales dicen (2) que al paso que vamos, ya en 2030 (a la vuelta de la esquina) habremos emitido todo el gas de invernadero «presupuestado» para 2050. ¿Estamos en un callejón sin salida, a la espera de programar una nueva Cumbre en la que reconoceremos estar mucho peor que en diciembre de 2015? ¿Será para entonces demasiado tarde ya?

A pesar de que la conciencia ecológica crece en el mundo, podemos decir que todavía no hay voluntad política en las sociedades ni en sus gobiernos, ni movimiento suficiente en la opinión pública para el cambio que necesitamos. Se puede decir que, mayoritariamente, seguimos siendo deudores de la vieja visión, la que causó el problema.

Todavía está ahí, activa y hegemónica. Y tiene razón la EATWOT: mientras sigamos viendo el mundo con esa vieja visión, no dejaremos esta cómoda y suicida actitud de depredar la naturaleza por un idolatrado supuesto «crecimiento económico».

Lo ha dicho también la Laudato Si’: hace falta una «conversión ecológica». Una conversión que llegue a ser una verdadera «revolución cultural», matiza el papa Francisco, y propone como eje operativo ese nuevo concepto que ha suscitado tan buena acogida, la «ecología integral», aunando lo social y lo político, lo cultural y lo personal, todas las dimensiones de la realidad, interrelacionadas y articuladas. Nuestra Agenda quiere sumarse a este clamor mundial, creciente, aunque todavía insuficiente.

Se suma al grito a los teólogos y teólogas del Tercer Mundo, especialmente de aquellos países que ya están sufriendo los efectos del calentamiento planetario con miles de refugiados climáticos –¡el grito de la Tierra al unísono con el grito de los pobres!–.

Y se suma también al clamor de la Madre Tierra, al de las selvas mutiladas, los bosques calcinados, los ríos contaminados, las montañas horadadas, los animales acorralados en su hábitat invadido y las especies en extinción… como consecuencia de las ambiciones desmedidas y egocéntricas de una especie que se ha autoproclamado diferente, superior, dueña de la creación, y que mira al resto de la Naturaleza como una simple despensa de «recursos naturales» al servicio del «desarrollo económico».

¡Urgente conversión ecológica! Descubrir que es una antigua manera de mirar el mundo la que nos está acercando al desastre, al ecocidio, al suicidio en definitiva. Mientras mantengamos la vieja visión reduccionista, dualista, antropocéntrica, utilitarista, desencantada, ignorante de las dimensiones profundas de misterio… seguiremos depredando la naturaleza y destruyendo nuestro hábitat. Es sobre todo cuestión de software, de visión, de ideas, de cambio de paradigma, de una nueva manera de entender el mundo y la vida, y a nosotros mismos dentro de ella. Desde la nueva visión de la ecología integral, desde sus nuevos presupuestos, hay que reconvertirlo todo: la sociedad, la economía, el sistema energético, el sistema de producción, el concepto de desarrollo, la educación, nuestros estilos de vida, el pensamiento y hasta la espiritualidad…

Un año más, grandes firmas latinoamericanas y mundiales nos acompañan con su palabra luminosa y fraterna sobre la necesidad de reconvertirlo todo desde la perspectiva de una ecología integral. Nuestra Agenda apuesta decididamente por esa ecología y entra de lleno a la tarea, poniéndose al servicio de los educadores, los militantes de la Causa de la Tierra y de los pobres, para, entre todos, ayudar a los lectores, a los grupos y comunidades, a asumir la Nueva Visión que nos permitirá amar a la Naturaleza como a nosotros mismos/as, y sentir su sacralidad como la nuestra propia.

Sólo podremos detener entre todos el desastre climático si, en un tiempo récord, logramos transformar la sociedad actual imprimiéndole una nueva cultura, profundamente ecocentrada. Nos lo ha dicho, con su vida y con su muerte mártir, la hondureña Berta Cáceres: ¡Despertemos, Humanidad, ya no hay tiempo! Es urgente cambiar de rumbo.

Pedro CASALDÁLIGA y José María Vigil

(1 )servicioskoinonia.org/relat/425.htm

(2) Associació de Naturistes de Girona, en esta misma Agenda.

Más documentación e información sobre la agenda en:

http://latinoamericana.org

 

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Pedro Jiménez

Biólogo y cura Adsis