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Queridos amigos:

Ojalá mi abrazo  os llegue con más fuerza y ánimo que nunca, en este V domingo de Pascua.

Y digo esto porque SE NOS ALARGA EL DESEADO CAMINO HACIA LA “NUEVA NORMALIDAD”. La semana empezó bien, poder salir a diario a la calle y reencontrarnos con amigos y vecinos después de tanto tiempo ha sido un subidón. Incluso hemos vivido el espejismo de que esto ya estaba superado, por lo que muchos han descuidado las normas básicas de protección y distanciamiento, también en Santa Marta. Es más, ya nos veíamos entrando en la famosa “fase 1”, con las iglesias y las terrazas abiertas, pudiendo hacer encuentros libres con familiares y amigos… Pero resulta que estamos en una montaña rusa, donde bajan y suben los contagios, y con ellos nuestras expectativas. Al final, las autoridades han aclarado que en Salamanca no hay aún condiciones sanitarias, y tenemos que seguir esperando... Necesitamos paciencia, responsabilidad y lucidez, para no atascarnos en el camino.

En medio de esta incertidumbre, EL EVANGELIO NOS AYUDA A RECUPERAR LA PERSPECTIVA. En la antesala de su Pasión y su Pascua, Jesús habla precisamente de un cambio de etapa, del futuro y el camino. Tomás, tan perdido como nosotros, le dice: “¿Si no sabemos a dónde vas, cómo podemos saber el camino?”… Y entonces se nos activan, como un eco, las mil preguntas de este tiempo: ¿Sabemos nosotros a dónde vamos?¿Habrá un rebrote vírico en el verano, el otoño o el invierno? ¿Habrá vacuna en la siguiente primavera o más tarde? Y, mientras tanto: ¿Cómo afrontar este verano y el nuevo curso?¿Cómo viviremos el trabajo, la familia y la parroquia en esa “nueva normalidad”? Y, más al fondo: ¿Esta travesía dejará en nosotros alguna huella?¿Es verdad que saldremos mejores?...

Dios pondrá luces en la “noche oscura” que nos toca vivir. Por nuestra parte, ENTREMOS A LAS PREGUNTAS DE FONDO. Hace unos días hice una reunión virtual con varios jóvenes de la parroquia. Nos preguntamos si estos meses de pandemia y confinamiento nos están cambiando en algo. Las respuestas fueron muy interesantes: ha sido un tiempo de cuidar y querer a mi familia, retomar amistades, aprender a escuchar, interesarme por el mundo, pararme a pensar, vivir con menos y agradecer más, vivir sin controlarlo todo, ser más libre del qué dirán, conocerme mejor, darme más cuenta de qué quiero en la vida… También nos preguntamos dónde vemos a Dios hoy, y de nuevo hubo respuestas jugosas: en los aplausos, mi familia está bien, rezo por mi abuelo solo, vecinos que nos ayudamos, los que siguen trabajando para todos, los gestos solidarios, la entrega de los sanitarios, los cuidadores de las residencias, a Dios lo siento en ellos y dentro de mí… ¿Qué habrías respondido tú?

Jesús le dice a Tomás y también a todos nosotros: “YO SOY EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA”. Hoy más que nunca podemos reconocerlo como el Caminante que se hace CAMINO, el que está conmigo pase lo que pase, en la salud y en la enfermedad, en el confinamiento y la desescalada, haciendo de cada circunstancia ocasión de luz y esperanza… Su cercanía a los enfermos y empobrecidos, y su entrega en la cruz por amor a la humanidad, nos descubre la VERDAD de Dios Padre, que nos ama y nos quiere libres para cambiar el mundo desde la solidaridad … Es el Viviente que nos da VIDA a través del Espíritu Santo: nos fortalece en la debilidad, nos abre a preguntas de fondo, a buscar a Dios en todos y en todo, a vivir las situaciones difíciles como oportunidad para crecer… Como dice el papa Francisco, “Jesús nos llama a resucitar con él y a resucitar este mundo”. Ese es el horizonte.

Así que os animo a entrar en esta nueva semana de “desescalada ralentizada” de la mano de Jesús. Con él, puedes aprovechar estos días para recordar lo vivido, preguntarte en qué estás creciendo y descubrir a Dios presente en el camino. Con él, puedes convertir tu confinamiento en “afinamiento”. Un abrazo de vuestro párroco,

Mariano