Desde hace 8 meses trabajo como coordinadora de un programa que realiza el Departament de Justícia de la Generalitat de Catalunya, con un convenio que tiene firmado con la Obra Social “La Caixa” desde el 2005.
Me piden que escriba sobre la realidad de trabajo en el ámbito de las personas privadas de libertad, mi experiencia, alguna reflexión, alguna oración, etc. Bueno, pues no me puedo negar, aunque no es tarea fácil para mí, pues siempre me ha costado escribir. Lo que es más difícil aún es poner palabras a una realidad que no sólo ha configurado mi vida, sino que ha entrado hondo en todo lo que soy, incluido el seguimiento de mi Señor Jesús, la relación con el Padre Dios, con los hermanos…
“El Espíritu del Señor esta sobre mí, porque me ha consagrado para llevar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a anunciar la libertad a los presos y a dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos, a anunciar el año favorable del Señor”. Luego Jesús cerró el libro, lo dio al ayudante de la sinagoga y se sentó. Todos los presentes le miraban atentamente. El comenzó a hablar diciendo: “Hoy mismo se ha cumplido esta Escritura delante de vosotros” (Lc 4, 18-21).
Aún no había amanecido cuando salía de Sta. Irene. La oscuridad obliga a la utilización del frontal. En el cielo flota una luna llena grande y espléndida que mitiga la negrura de los momentos previos al alba. El camino se va desarrollando entre pequeños bosquecillos, o más bien arboledas más o menos frondosas y pistas de graba, paralelas a la carretera, alternándose unas con otras
Vi una tinaja de barro y de muchas cosas como abarrotada. Y se empezó a vaciar hasta quedar completa y tan perfectamente vacía, completa y tan perfectamente llena de nada.
Desde que empecé a escribir en un periódico y por los acontecimientos posteriores que han ido sucediendo dentro de la profesión, la astucia ha sido uno de mis desafíos cotidianos, no siempre logrados; por entender que el rigor –tan extendido en el periodismo como clave y garantía de éxito y honestidad- es algo tan efímero si no se ajusta a su contenido, como imprescindible.
Cómo llevo la Presencia en mi profesión? ¿Cómo Dios está presente en mi vida laboral? Estas preguntas me han estado rondando la cabeza e interrogando el corazón estas últimas semanas, pero en realidad creo que ha sido una preocupación constante desde que Dios me abrió los ojos para ver desde el corazón lo que me rodea.
Empecé en este oficio como profesora de ciencias. Ahora, después de muchos años, creo que soy educadora. Educadora en todos los sentidos: enseño ciencias, matemáticas, química, ortografía, actualidad, salud, técnicas de estudio, de concentración, comportamiento sociable, pero también, no a la violencia, solidaridad, respeto…y las ganas de querer ser único/a.
Queriendo hacer un repaso a mi experiencia como profesional en la enseñanza, me vienen a la memoria los primeros trabajos que realicé: pintar paredes, montar muebles, clases particulares…
Después de 24 años trabajando en la educación pública de Canarias es justo dar gracias a Dios por haberme permitido servir a los jóvenes y adolescentes desde esta hermosa profesión. Me siento agraciado y regalado por Dios por esta encomienda educativa, por este ministerio entre los jóvenes y adolescentes, por esta “presencia” suya a lo largo de mi vida y a través de miles de rostros jóvenes y pobres.
