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“La Iglesia en salida” es una elección por el diálogo como estilo y como método (IL 140), es elegir ponerse al viento del Espíritu que la confiera una identidad dinámica desde la que servir a la realidad del mundo sin preocuparse en ser “el centro” sino más bien “fermento” (IL 140)… Quizá una elección desde la toma de conciencia de ser, en muchas ocasiones, una “Iglesia alejada”…

“Salir” entonces tiene tal vez mucho de “entrar”, de “elegir entrar” en la vida concreta y real de hoy que viven tantos y tantas jóvenes de forma tan diversa en tantos lugares del mundo. Y una vez dentro, salir de la presunción de ver con los propios ojos y juzgar con criterios diferentes a los que provienen de Dios… (IL 176)

El sínodo invita a esta salida a la Iglesia toda, desde todos y cada uno de los ámbitos en los que está presente, para mostrar la única propuesta que tiene: El Reino de Dios.

En esta salida, la propia Iglesia es la primera evangelizada porque “solo una comunidad evangelizada puede evangelizar” (IL 174).

 

Este deseo de conversión en el seno de la propia Iglesia ante la misión compartida de acompañar a jóvenes de todo el mundo, quiere ir iluminando pasos concretos que consoliden testimonios de personas y estructuras coherentes y transparentes: una pastoral “con” los jóvenes y no “para” los jóvenes, que acompañe procesos de madurez humana, que promueva estilos de vida sostenibles, que se acerque a los preferidos y preferidas por Dios con un servicio transparente, desinteresado y no asistencialista, que promueva relaciones significativas, que acompañe al descubrimiento del horizonte de la trascendencia para toda persona, que asuma como criterio la Palabra de Dios y su fuerza, que celebre con una liturgia que exprese vida, que se abra al diálogo con todos y todas…

Elegir, porque se han reconocido e interpretado los caminos de conversión pastoral y misionera a los que somos llamados como Iglesia.

Elegir la “tensión dinámica” que el Espíritu siempre genera para movernos con Él. Elegir, nuevamente… al Espíritu.

 

Bego Martínez