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Fernando Díaz, párroco de Santa Olaya: «Cuando estás en un bajo, muchas veces la gente pasa y ni siquiera se da cuenta de que hay una parroquia funcionando en el barrio»

Con la inauguración de su nuevo templo, Fernando Díaz (Oviedo, 1955) espera que la parroquia de Santa Olaya gane en visibilidad, comodidad y comunicación con el barrio. Tres aspectos muy difíciles de desarrollar después de veinticinco años desarrollando su actividad en una antigua frutería. Ahora, a punto de cumplir dos años como responsable de la parroquia, afronta esta etapa con «mucha ilusión».

 

- ¿Qué sintió al ver a tantos vecinos congregados por la inauguración del templo?

Me sentí impresionado por la respuesta. Me esperaba gente, pero no tanta. De hecho no pudieron entrar todos, algunos se quedaron fuera, otros lo siguieron de pie... La respuesta fue enorme. Si sentados entran 180, no sabría decir cuántos se reunirían, pero habría cientos. Sin embargo, la prueba del algodón es el domingo, con la misa ordinaria a las doce. Ahí calibraremos la respuesta de la gente.

 

«Este nuevo templo pone fin a 25 años en los que trabajamos con precariedad»

 

- ¿Era necesaria la construcción de este templo? 

Yo creo que sí. Pone fin a 25 años en los que trabajamos en una situación de precariedad, teniendo que utilizar para la catequesis o las actividades de Cáritas otros espacios. En concreto gracias al colegio Lloréu, que nos facilitó las estructuras materiales y el espacio que necesitábamos, pudimos desarrollar muchas cosas. Es de agradecer que el director saliente y el entrante estuvieran en la inauguración. Y también que espacios públicos, ahora que se discute tanto el espacio público como lugar de actividad religiosa, nos dispensen tanta ayuda. Antes se trabajó en el colegio Santa Olaya, por lo que los dos colegios públicos nos han ayudado mucho con esta falta de espacio.

- ¿Tuvieron dificultades debido a esta falta de espacio? 

En el bajo donde estábamos antes teníamos para sesenta personas sentadas, un salón escaso, un despacho muy pequeño y un servicio que tenías que entrar de lado. Era una antigua frutería y la sacristía era un par de armarios. Esta etapa de precariedad, de primeras, siempre está.

- Más allá de los vecinos que asistieron a la inauguración, esta comunidad de feligreses, aquí en El Natahoyo, ¿es ya sólida? 

Existe un grupo pequeño de personas que durante todos estos años han mantenido la llama encendida. Creemos que la nueva estructura es una oportunidad de crecimiento y de ampliación de la comunidad cristiana, claro.

- Además de esta oportunidad de crecimiento, ¿qué ventajas trae el nuevo templo? 

Lo primero es visibilizar la comunidad. Cuando estás en un bajo, muchas veces la gente pasa y ni siquiera se da cuenta de que hay una parroquia trabajando en el barrio. Ahora se ve. También se ha intentado crear una estructura sencilla, funcional y no muy costosa de mantener: las actividades pastorales y sociales se verán beneficiadas por ello.

- ¿La acción social será uno de los ejes de la parroquia en el futuro? 

Además de las actividades pastorales, Cáritas es un elemento fundamental en la parroquia, ya que lleva la solidaridad a las personas en exclusión social. Esa dimensión social es tremendamente importante porque forma parte del mismo mensaje de Jesús. Más allá de que la gente esté bautizada o no o de que reciba un sacramento, las personas con distintas ideologías y credos también tendrán su espacio aquí.

- ¿Cómo afronta personalmente estos primeros oficios? 

Tengo la sensación de que es un reto. Venimos de un lugar pequeño en el que estábamos apretados y llegamos a un espacio amplio como este. Ahora la misión es que estos locales sirvan para crear una comunidad cristiana más amplia y que permanezca en el tiempo.

- Hace unos meses remitió una carta abierta a los vecinos en la que pedía colaboración para mantener la parroquia.

Sí, a la mitad de la edificación, en marzo, hicimos una asamblea informativa de cómo iba la obra y se remitió una carta abierta a los vecinos. Ahora la hemos reestructurado para volver a mandarla. También con el tema económico, que es importante porque toda construcción necesita mantenerse, pero para mí es intrascendente. Que esto se pague aportando más a la Diócesis, después, posibilitará la construcción de otro templo donde se demande.

 

Fuente: elcomercio.es

 

Seccion: Asturias