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Uno de entre la gente le dijo:
-Maestro, di a mi hermano que reparta conmigo la herencia.
Jesús le dijo:
-Amigo, ¿quién me ha hecho juez o árbitro entre vosotros?
Y añadió:
-Tened mucho cuidado con toda clase de avaricia; que aunque se nade en la abundancia, la vida no depende de las riquezas.
Les dijo una parábola:
-Había un hombre rico, cuyos campos dieron una gran cosecha. Entonces empezó a pensar: «¿Qué puedo hacer? Porque no tengo dónde almacenar mi cosecha». Y se dijo: «Ya sé lo que voy a hacer; derribaré mis graneros, construiré otros más grandes, almacenaré en ellos todas mis cosechas y mis bienes, y me diré: Ahora ya tienes bienes almacenados para muchos años; descansa, come, bebe y pásalo bien». Pero Dios le dijo: «¡Insensato! Esta misma noche vas a morir. ¿Para quién va a ser todo lo que has acaparado?». Así le sucede a quien atesora para sí, en lugar de hacerse rico ante Dios.

Fecha: 
Lunes, Octubre 23, 2017
Cita de la oración: 
Lunes - 29 Tiempo ordinario
Comentario: 

«Guárdense de toda clase de codicia. Pues aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes». Cualquier ocasión es buena para Jesús, para ir a lo fundamental y no quedarse en las ramas. La vida no está en el tener o en el acumular. Sino en compartir. Y compartir los bienes (de todo tipo), no puede ser una exigencia que nos viene de fuera ( porque lo manda alguien y no nos queda más remedio), sino una actitud alimentada desde el interior y por propia convicción.

Compartir la vida y los bienes es un signo de astucia y de buen juicio, pues la vida no está en nuestras manos, sino en las de Dios. Y nuestra vida es más cuanto compartimos más, en la medida que la entregamos.

Ser rico ante Dios es vivir a la manera de Dios, es decir, tenerlo todo en función de los demás y no de uno mismo. Y esto es muy parecido a no tener nada como propio, sino en función de su Reino.

&En la medida que en comunidad compartimos con alegría bienes y necesidades, y todo lo que somos y tenemos está en función del proyecto comunitario, vamos haciendo posible en nosotros la palabra y el deseo de Jesús. Pues así, podremos vivir nuestros bienes considerándolos propiedad de los pobres y no para, acumular, asegurar la vida y hacer con ello lo que se nos ocurra.