¿Qué os parece? Si un hombre tiene cien ovejas y se le extravía una de ellas, ¿no dejará en el monte las noventa y nueve e irá a buscar la descarriada? Y si llega a encontrarla, os aseguro que se alegrará por ella más que por las noventa y nueve que no se extraviaron. Del mismo modo vuestro Padre celestial no quiere que se pierda ni uno solo de estos pequeños.
El Reino de Dios es acontecimiento de salvación en la historia humana. La justicia del Reino es la misericordia hacia los perdidos. Jesús nos manifiesta el verdadero corazón de Dios, solidario con todos los que sufren opresión y desgracia. No podemos entrar en el Reino si no aceptamos al Dios que nos impulsa a compartir nuestra vida con los perdidos y a poner en ellos nuestros esfuerzos y esperanzas, anteponiéndolos a los seguros y cumplidores.
La predilección del Padre está a favor de los perdidos. La alegría del Padre se cifra en la recuperación de los perdidos. Para Jesús los perdidos son “los pequeños” de Dios. Dios no quiere que se pierda ninguno. Dejar las noventa y nueva ovejas para buscar la oveja perdida es un buen programa de Adviento.
