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Poco después, Jesús se apareció otra vez a sus discípulos junto al lago de Tiberíades. Estaban juntos Simón Pedro, Tomás «El Mellizo», Natanael el de Caná de Galilea, los hijos de Zebedeo y otros dos discípulos. En esto dijo Pedro:
-Voy a pescar.
Los otros dijeron:
-Vamos contigo.
Salieron juntos y subieron a una barca; pero aquella noche no lograron pescar nada.
Al clarear el día, se presentó Jesús en la orilla del lago, pero los discípulos no lo reconocieron. Jesús les dijo:
-Muchachos, ¿habéis pescado algo?
Ellos contestaron:
-No.
El les dijo:
-Echad la red al lado derecho de la barca y pescaréis.
Ellos la echaron, y la red se llenó de tal cantidad de peces que no podían moverla. Entonces, el discípulo a quien Jesús tanto quería le dijo a Pedro:
-¡Es el Señor!
Al oír Simón Pedro que era el Señor, se ciñó un vestido, pues estaba desnudo, y se lanzó al agua. Los otros discípulos llegaron a la orilla en la barca, tirando de la red llena de peces, pues no era mucha la distancia que los separaba de tierra; tan sólo unos cien metros.
Al saltar a tierra, vieron unas brasas, con peces colocados sobre ellas, y pan. Jesús les dijo:
-Traed ahora algunos de los peces que habéis pescado.
Simón Pedro subió a la barca y sacó a tierra la red llena de peces; en total eran ciento cincuenta y tres peces grandes. Y, a pesar de ser tantos, la red no se rompió.
Jesús les dijo:
-Venid a comer.
Ninguno de los discípulos se atrevió a preguntar: «¿Quién eres?», porque sabían muy bien que era el Señor. Jesús se acercó, tomó el pan en sus manos y se lo repartió; y lo mismo hizo con los peces. Esta fue la tercera vez que Jesús se apareció a sus discípulos, después de haber resucitado de entre los muertos.

Fecha: 
Friday, April 6, 2018
Cita de la oración: 
Viernes - 01 Pascua
Comentario: 

La pascua de Jesús no nos aleja de Galilea, lugar y tarea de nuestra existencia. Siete de los discípulos, bajo la iniciativa de Simón Pedro, salen a pescar en el lago. Inútilmente faenaron toda la noche. ¡Cuántas veces experimentamos la ineficacia de nuestros intentos de convocatoria...!

Al amanecer, Jesús se presenta en la orilla. «Echad la red a la derecha de la barca», les dice. Ahora la iniciativa es del Señor. En la comunidad necesitamos siempre que cada hermano recuerde a los demás que nuestra tarea ha de estar enraizada en el Señor. El discípulo amado advierte a los hermanos: «Es el Señor». Sólo en su nombre y por la fuerza del Espíritu podremos faenar con aliento nuevo y fecundidad del Reino.

Cuando en la comunidad los hermanos nos estimulamos a vivir en la referencia a Jesús, cada uno se sentirá estimulado a lanzarse al agua a su encuentro y a llevar a sus pies las redes llenas de peces. En la Eucaristía el pan nuevo y las brasas del Espíritu darán plenitud de vida al fruto de nuestro trabajo.

Síguenos, Señor, por nuestras orillas y hazte presente en la noche. Con tu nueva luz volveremos siempre a reencontrarte resucitado en la comunidad del pan y del Espíritu.