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Pilato volvió a entrar en su palacio, llamó a Jesús y le interrogó:

–¿Eres tú el rey de los judíos?

Jesús le contestó:

–¿Dices eso por ti mismo o te la han dicho otros de mí?

Pilato replicó:

–¿Acaso soy yo judío? Son los de tu propia nación y los jefes de los sacerdotes los que te han entregado a mí. ¿Qué es lo que has hecho?

Jesús le explicó:

–Mi reino no es de este mundo. Si lo fuera, mis seguidores hubieran luchado para impedir que yo cayese en manos de los judíos. Pero no, mi reino no es de este mundo.

Pilato insistió:

–Entonces, ¿eres rey?

Jesús le respondió:

–Soy rey, como tú dices. Y mi misión consiste en dar testimonio de la verdad. Precisamente para eso nací y para eso vine al mundo. Todo el que pertenece a la verdad escucha mi voz.

Comentario: 

En el Reino hay una voz auténtica que solo los que son de la verdad pueden escuchar… Pilato lleno de tantas voces y de tantas verdades no llega a entenderlo… aunque, por lo menos, lo intenta y se encara con Jesús. Pilato no olvidará esta conversación y para la muerte en cruz hará escribir este título: “Rey de los judíos”.  Sin embargo, para Jesús, el Reino es vocación, proyecto y testimonio.  Si el Reino viene, viene la Vida…  pero el Reino no viene “de fuera”, ya está “dentro de nosotros”; que “venga a nosotros tu Reino” significa que sale de nuestro corazón al exterior hecho “testimonio” de la verdad, hecho gesto y palabra. Tu palabra, Señor, que habita en nuestros corazones, ¿llegará a nuestros labios?, ¿llenará de verdad nuestros gestos?, ¿nos vinculará en comunidad reunida en tu nombre?