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San Jerónimo

Después de esto, el Señor designó a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar. Y les dio estas instrucciones:

-La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡En marcha! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforjas ni sandalias, ni saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, vuestra paz recaerá sobre ellos; si no, se volverá a vosotros. Quedaos en esa casa, y comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa.

Si al entrar en un pueblo, os reciben bien, comed lo que os pongan. Curad a los enfermos que haya en él, y decidles: Está llegando a vosotros el reino de Dios. Pero si entráis en un pueblo y no os reciben bien, salid a la plaza y decid: Hasta el polvo de vuestro pueblo que se nos ha pegado a los pies lo sacudimos y os lo dejamos. Sabed de todas formas que está llegando el reino de Dios. Os digo que el día del juicio será más tolerable para Sodoma que para ese pueblo.

La compresión del Reino de Dios supone una inmersión del corazón en la Palabra del Señor y en sus signos de misericordia compasiva.

Comentario: 

La mies es mucha: recoger el fruto de la cosecha, alcanzar la igualdad de género, raza, edad…, llegar a una democracia directa-real, acordar una economía anticapitalista, respetar a la naturaleza y a todos los seres vivos. Toda esta mies es mucha para las cuatro cristianas que aun quedamos. 

El mismo sobrepeso sufren muchos colectivos que se afanan en los diferentes campos de trabajo sociales, ecológicos, feministas, políticos… Son distintos campos, pero en una misma tierra. Todas unidas por un mismo espíritu, el de los cuidados, el del amor fraternal. Estamos invitadas a pedir un mundo nuevo en el que presida el amor. Pedirlo trabajarlo, construirlo, sensibilizarlo, promocionarlo, manifestarlo... 

Por este sendero, hombro con hombro, entrelazando labores entrañables, cubriremos diversos campos de trabajos multicolores. Jesús nos envía de dos en dos a anunciar que se ha acercado a nosotras el reino de Dios. Un reino compartido, una civilización corresponsable. Me acoges en tu casa, compartes tu comida. Y yo cuido a los tuyos, curare vuestras heridas. Respetuosamente, necesitados unas de otras por igual, socializando bienes, servicios y necesidades… 

Para que en libertad cantemos: ya se ha acercado a nosotras un mundo nuevo.