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Después de esto, el Señor designó a otros setenta [y dos] y los envió por delante, de dos en dos, a todos los pueblos y lugares que él pensaba visitar. Y les dio estas instrucciones:

-La mies es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, por tanto, al dueño de la mies que envíe obreros a su mies. ¡En marcha! Mirad que os envío como corderos en medio de lobos. No llevéis bolsa, ni alforjas ni sandalias, ni saludéis a nadie por el camino. Cuando entréis en una casa, decid primero: Paz a esta casa. Si hay allí gente de paz, vuestra paz recaerá sobre ellos; si no, se volverá a vosotros. Quedaos en esa casa, y comed y bebed de lo que tengan, porque el obrero tiene derecho a su salario. No andéis de casa en casa.

Si al entrar en un pueblo, os reciben bien, comed lo que os pongan. Curad a los enfermos que haya en él, y decidles: Está llegando a vosotros el reino de Dios.

Es Dios quien hace de los jóvenes hombres y mujeres interiores. De Él nace toda vida interior. El Padre nos muestra al Hijo, y el Hijo es quien nos atrae al Padre. El amor creciente provoca en las entrañas de los jóvenes una experiencia nueva de pertenencia. Dios mora en ellos.

Comentario: 

En esta lectura encuentro palabras claves que nos identifican en nuestra vocación: El ir juntos, en camino, llevando la paz…se nos recuerda cuál es nuestra misión y cómo realizarla. 

Escuchamos “la mies es abundante y los obreros pocos” 

Y parece que lo primero que surge en nuestro interior es el desánimo, y el desaliento al recordar la dificultad y grandeza de la tarea. Lo primero que hacemos es echar la cuenta mentalmente de todo lo que hay que hacer, cuántos somos, los jóvenes, los pobres… Y está bien, pero ese realismo no nos deja muchas veces ver más allá, ni disfrutar de cada paso.

El padre no nos deja solos en esta tarea, su presencia amorosa nos acompaña. Nos pide que vayamos haciendo camino, pero junto a otros y sobre todo que allí donde vamos llevemos la Paz, un mensaje de amor y de fraternidad. No nos quedemos en los medios y en los resultados, vivamos el día a día, junto al hermano construyendo el reino.

Las comunidades son pequeñas, pocos hermanos, grandes proyectos que nos agobian…. Jesús nos dice que no hacen falta grandes empresas ni muchas cosas para salir al camino, nos envía de dos en dos a proclamar la buena noticia. Allí donde estemos, con nuestra vida y testimonio, seamos portadores de luz y esperanza.