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Un día estaba Jesús orando en cierto lugar. Cuando acabó, uno de sus discípulos le dijo:

-Señor, enséñanos a orar, como Juan enseñó a sus discípulos.

Jesús les dijo:

-Cuando oréis, decid:

Padre,

santificado sea tu nombre;

venga tu reino;

danos cada día el pan que necesitamos;

perdónanos nuestros pecados,

porque también nosotros perdonamos

a todo el que nos ofende;

y no nos dejes caer en la tentación.

Para el cristiano, el acontecimiento fundamental de su vida es un hombre. Un hombre concreto, histórico, en el que Dios nos comunica la verdad, el camino y la vida definitiva. Jesús es el don máximo. Evidentemente, para que Cristo sea el don máximo y el acontecimiento fundamental de la vida, es preciso que se realice progresivamente un proceso de conocimiento y adhesión personal a Él. Por eso la comunidad cristiana debe transmitir a los jóvenes ante todo su fe en Jesús como una experiencia liberadora personal y comunitaria.

Comentario: 

¡¡Señor enséñanos a orar!! Desde niños para siempre, al estilo de Jesús. Enséñanos a decir Padre Madre y a reconocernos hijos y hermanos. 

Este texto me recuerda que son las palabras sencillas las que entendemos de verdad y las que mejor expresan nuestra oración, nuestra acción de gracias, nuestra petición... Padre nuestro. 

Palabras sencillas para decir a Dios gracias, para decirnos hermanos y pedir que venga tu Reino, ese Don con el que tú nos regalas cada día. Que se haga tu voluntad de amor y de libertad para todos. Danos fuerza y constancia para poner todo nuestro corazón y nuestras manos en la tarea. Sabernos perdonados en nuestra falta de amor, en nuestra incompetencia para mostrar el Reino que ya es, que ya está entre nosotros, nuestra falta de fe y confianza. Danos el pan de la justicia, el pan que merecemos todas las personas, el alimento verdadero que nos comprometa en el amor y el servicio, para que a nadie le falte nada y vivamos en un mundo de fraternidad y sororidad. 

No nos dejes rendirnos, no nos dejes vencer por el realismo y por la falta de esperanza. Porque sólo Tú puedes dar sentido pleno a nuestra vida, ahora y por los siglos de los siglos.

Entrelaza nuestras manos todos los días para decirte Padre Madre. ¡¡Señor enséñanos a orar!!